Pregunta 16: ¿Yo? Oh, no soy nada del otro mundo. Myrklos el Santo me llaman. Un simple hijo de campesinos que ha tenido que exponerse a la cruda realidad del mundo.
Nací en Silvouta hace unos diecisiete inviernos, y hace unos seis meses que dejé la granja. Crecí con las terribles historias del Mago Malvado de Villestro y del Demonio de Trimaz para dormir y, cuando fui capaz de agarrar un mayal más para golpear a otros que para separar el trigo de la mies, no lo dudé y comencé a entrenar para salir de la granja. En casa mis padres se pensaron que era una fase, pero no: me dejé el pelo largo y dejé que se alargaran esos cuatro pelos de mi barba; me saqué la camisa por fuera del pantalón y empecé a llevar muñequeras de tachas. Mi madre estaba espantada.
Comencé a hacer pequeñas salidas a Highdell, pero siempre volvía a tiempo para la cena. Hasta que ocurrió.
Un día, en el camino, vi como asaltaban a un grupo de comerciantes. Eran trasgos (algo raro por la zona). Intervine, y saboreé la victoria por primera vez; pero también la derrota: uno de los comerciantes estaba herido. No sé cómo, pero puse mis manos sobre la pulsante y ensangrentada herida y ésta se cerró. Fue increíble. Desde entonces soy el Santo. Me habían contado cosas sobre una Paladín que había luchado contra el Mago Malvado de Villestro, así que creí que debía buscarla para entrar en esa noble Orden de luchadores por el Bien.
No quiero que me tomen el pelo ni que me engañen, pero quiero ayudar a los demás por el Bien Común. Por ello, y con la promesa de que me dirá dónde encontrar a la Paladín, me han dicho que visite a una tal Edna que tiene problemas en su posada. Allá voy, espero que tenga alguna misión para mí que merezca la pena.
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