domingo, 26 de septiembre de 2021

Forbidden Lands: El Islote del Fantasma

Mulgora se los llevó a su isla y les sirvió un té en su choza que, más bien, eran un conjunto de cúpulas bajas interconectadas hechas con madera entrelazada y pieles de diferentes criaturas. Dentro de una de las cúpulas más amplias había una pequeña hoguera con hornillo, donde el agua empezó a hervir. Había todo tipo de artilugios de pesca, pieles, pescado secando en el exterior... los ojos de Tháendan se posaron en un mandoble colgado con cuerda de tendón en una de las paredes curvas: Dentellada, la espada de Mulgora. Porque toda espada debe tener un nombre.

Hablaron durante horas de Tyr Melián, de su vida eremita, de los Cuervos de Plata y de cómo eran una orden casi de caballería encargada de proteger Vivend y Lejano Vivend de los sureños alderlanders. De cómo la Niebla Roja había cambiado todo eso.

Una de las chozas con vistas al mar de Mulgora

Idril enarcó las cejas. Hizo varias preguntas sobre los tiempos pasados, que Mulgora relató como eventos recientes. Acabaron comprendiendo que la mujer orco (de unos 40 años) tenía, o eso parecía, más de 300 en realidad. Eso excedía con creces la longevidad conocida para un orco. Algo pasaba en ella, o en esa isla extraña. Descubrieron también que esa mujer estaba presente y parte de esos siete personajes (3 enanos, 2 elfos 1 wolfkin y 1 orco) que salían representados en los picheles de plata de Tyr Melián.

Decidieron que los dioses Cuervo, Barro o Caudal tendrían algo que ver. El grupo insistió en que debía volver a Tur Melián con ellos para ayudar en la lucha contra Herrumbre y Heme.

Mulgora no quería volver a tierra, con otras gentes, ya que consideraba que los dioses la habían puesto precisamente allí. Quizá para aguardar a la venida de los tres compañeros.

Se pasaron dos noches en la isla aprendiendo algunos trucos que les valdrían para la lucha. Era una combatiente temible y astuta. Al amanecer del tercer día se despidieron en la playa con palabras amables. Mulgora estaría allí si necesitaban más ayuda, pero ahora era su momento de luchar; el de ella había pasado.

Les dio un mapa pintado en una extraña piel escamosa blanco (el primer mapa que habían visto), y les indicó varios lugares al norte, al este y al oeste... Se veía el pequeño islote del Fantasma (el hogar de Mulgora), la torre de Tyr Melián a su suroeste; el bosque de Aurakal rodeado por la ciénaga del Astado... La mina de Zarakzán justo al norte en medio de las Fauces de Frío, y otros lugares...

En runas antiguas se puede leer: "condena eterna al que se ría de este diseño en Paint". 

  • Al norte, La Ciudadela: una antigua fortaleza elfa que custodiaba un Mal aún más antiguo. 
  • Caldarium, un valle al nor-noreste, enclavado entre los grandes picos de las Fauces de Frío; extraño por su clima cálido entre nieves eternas.
  • Las Llanuras del Dolor, que ocupaban con taiga y tundra todo el este hasta el mar... pobladas por pequeños asentamientos de humanos norteños ailander, y tribus de orcos y goblins unidos en clanes.
  • Una cruz marcaba las Colinas Rojas, un conjunto de terrenos irregulares donde los ríos manan rojizos hasta el mar.

A Tháendan le dijo que su espada de sílex era ya vieja cuando Jornen la encontró. Los tres enanos la separaron en tres partes para que no cayera en malas manos cuando empezaron a intuir el final. Sin saber demasiado, creía que una de ellas podría estar en las Fauces de Frío, quizá por los valles de vapor del Caldarium.

Quedaba mucho por explorar y descubrir, sin duda.

domingo, 19 de septiembre de 2021

Forbidden Lands: Mulgora

El grupo pasó buena noche en Tyr Melián. La presencia de Evell, Adulf y Berny era una novedad. El bardo estaba reacio a permanecer en la torre, pero la historia de cómo fue saneada y otras vivencias del grupo hicieron que su curiosidad aumentara... y ya se sabe que la curiosidad de un bardo es superior a cualquier miedo.

Evell ocupó una zona del soportal exterior con gallinas y empezó a preparar un pequeño huerto en la cara norte de la torre, cerca de un manantial. Adulf dio vueltas por la zona, jugando con un palo a modo de espada, y parándose de cuando en vez a ver qué plantas y árboles había por los alrededores: el chaval localizó varias verduras, frutales y hierbas para infusionar.

Mientras, el grupo se preparó para viajar al islote del este. El de las luces y los supuestos fantasmas. Salieron tras una nueva noche de lluvia de meteoros y auroras. La mañana era fresca, pero el Bajoinvierno remitía y se acercaba ya el tiempo más cálido. 

Al cabo de unas pocas horas encontraron el primer obstáculo en la línea de acantilados sobre la costa: restos de una crecida, o tormenta, o vendaval. Rocas y troncos en un desprendimiento que obstaculizaban el paso. Decidieron separarse de la costa para rodearlo, pero perdieron varias horas en conseguirlo. Prepararon un campamento sobre uno de los cantiles, a tiro de piedra del islote, cobijados por unos árboles y rocas al norte y este (lo cual se agradecía, ya que la brisa nocturna era molesta). Idril vería, con su visión de druida, que había una choza habitada y una suerte de coracle cerca de la orilla del islote que miraba al norte, hacia ellos.

La noche atrajo la bruma, y la niebla... y peor: la Niebla Roja. Sólo la hoguera parecía hacer que los zarcillos de oscuridad se replegaran. Entre la oscuridad apareció una figura humanoide... ¡un terrible Sanguíneo surgió de la caliginosa oscuridad! Kurt usó su arco y Tháendan su espada de sílex, pero parecía que sus certeros golpes hacían poca mella en la criatura. Idril recordó: "¡Luz y fuego! ¡Usad la hoguera!".

El Sanguíneo

Los tres tomaron maderos ardientes de la hoguera y se los lanzaron al horror, el cual vio también sus ataques con sus brazos-cuchilla frustrados por la habilidad de los tres amigos... distaban de ser simples comerciantes o pueblerinos sorprendidos por la noche y la niebla: eran Cuervos de Plata, y eso debía contar. La criatura, incinerada, desaparecería de su vista. Permanecieron alerta hasta el amanecer, cuyo sol mostró signos de lucha, pero ni rastro del ser.

Descendieron el largo tramo que les separaba de la playa, entre rocas, raíces y arena. Una vez allí rebuscaron por la playa. Conchas, restos de peces, rocas... y madera de deriva: un tronco lo suficientemente grande como para ayudar al más ligero de ellos a superar los más de 200 pasos hasta el islote. Kurt, el wolfkin, se desvistió y se cruzó el cinturón de la espada corta al pecho, dejándola colgada da su espalda. Se quedó en pantalón y camisa en esa fresca mañana y se fue metiendo en las gélidas aguas agarrándose al madero.

Logró cubrir una larga distancia, pero el frío, entumecimiento y el cansancio hizo mella en él cuando ya había avanzado 3/4 del camino. No aguantaría mucho más, y empezaba a tragar agua. Fue entonces cuando vio un bote y alguien lo ayudaba a subir. Agradeció el gesto tiritando. Dijo que venía de Boldhome, y que no era enemigo. El remero le dijo con voz grave que lo llevaría de vuelta a la playa, y que se perdiera. Kurt observó a su salvador: más grande que él y muy musculado, de hombros marcados y con un rostro duro tapado por una capucha raída. Se adivinaba un rostro anguloso y orejas de punta largas y adornadas por pendientes. El color de su piel, indefinido entre gris, verde o marrón, tenía confuso al wolfkin. 

Al llegar a la arena le ordenó bajar, mientras Tháendann e Idril saludaban. Al extraño, o tal vez extraña por lo que entendía Idril, debía ser de raza orca. Se mostró arisca y con ganas de volver a su islote. Les pidió que avisaran en su casa, Boldhome, que el islote no era un punto a visitar. El medioelfo le aclaró que no venían de Boldhome, sino de Tyr Melián. Que eran Cuervos de Plata. 

Mulgora

La mujer orco bajó del coracle y retiró la capucha de su cabeza. "¿Tyr Melián? ¿Y sois Cuervos?" dijo mientras un colgante de plata igual al de Idril brillaba en su pecho. "Mi nombre es Mulgora. Creo que tenemos mucho de qué hablar". Kurt recordó que los picheles de plata que encontraron en la torre tenían la firma rúnica de platero de un tal Mulgor.

El coracle, cargando con los cuatro miembros de razas diferentes, avanzaba sobre el mar hacia el islote del Fantasma en aquella mañana fría, pero ya no tanto, del mes de Bajoinvierno.

jueves, 16 de septiembre de 2021

Forbidden Lands: Lugares y Logística

En Boldhome el asunto era encontrar ayuda para la torre. Hablaron con Callus y les contó un poco qué había en los alrededores.

Sabían que al oeste estaba el Bosque de Aurakal, con sus misterios. El bosque estaba rodeado al norte-oeste-sur por la Ciénaga del Astado, lugar a evitar. Eso hacía que cualquier viaje al oeste debiera empezar cruzando el Meliaguas al sur, y luego girando a la derecha.

Al norte estaba la inmensa cordillera llamada las Fauces de Frío, en cuyas estribaciones estaba la mina de Zarakzán. Sabrían también que siguiendo las montañas al este había una vetusta ciudadela amurallada de los elfos. Antaño guardaban en ella un mal y custodiaban que no pudiera escapar de ese lugar. 

Al este, siguiendo la costa, estaba Tyr Melián. A menos de otra jornada de caminata estaba la Isla del Fantasma, un pequeño islote (sí, el mismo en el que habían visto luces la noche anterior) en el que se decía que un fantasma moraba, y nadie se atrevía a visitar.

Al sur, a varios días tras cruzar el Meliaguas, estaba Ribadelya, sobre el río Elya; se trata de un poblado varias veces más grande que Boldhome gobernado por un Hermano de Herrumbre y una pequeña guarnición de guardias. Era el último punto en la ruta de comercio hasta llegar a Boldhome. Traían carne, esclavos y materiales y, tras parar una noche aquí, seguían ruta al norte hasta Zarakzán. Luego volvían a Boldhome y seguían de nuevo hasta Ribadelya y, más al sur, hasta la capital del territorio: Falender, una ciudad en ruinas que los alderlanders del sur están reconstruyendo y repoblando bajo los auspicios de Herrumbre y Heme.

Pasaron noche en el pueblo, y conocieron a Adulf y a Evell (destacaban ambos por el color anaranjado de sus cabellos). Adulf era el muchacho (unos 11 inviernos) que se ocupaba de mantener la Casa Común (donde dormían los invitados del pueblo) y Evell era su madre (de unos 30). Sabrían que el padre del joven había sido llevado hace dos años ya a Zarakzán. 

Evell de Boldhome

La mujer trabajaba en el pueblo haciendo mil cosas, desde coser, encalar, cosechar, cuidar ganado... Callus los presentó y al día siguiente el grupo les hizo una oferta de trabajo que tanto madre como hijo aceptaron.

Adulf, soñando con ser un gran caballero

Acabarían saliendo esa misma tarde con ayuda de Berny el bardo con una carretilla prestada cargada de herramientas, víveres, telas, material de cocina y varias gallinas en dirección a Tyr Melián, adonde llegarían al atardecer, justo a tiempo para una cena, varias historias y mucho descanso.

La torre ya tenía a sus primeros pobladores y los Cuervos de Plata a unos nuevos aliados.

sábado, 4 de septiembre de 2021

Forbidden Lands: Tyr Melián

En el curso de los dos días siguientes los tres compañeros limpiaron y prepararon todo lo mejor que pudieron toda la torre: despejaron el tiro de la lareira, el pozo, arreglaron la torre de vigía. Sacaron todo lo innecesario del sótano y revisaron el tesoro que parecía guardar Jornen Brazofuerte: 

Una daga enana especialmente afilada. 


Una armadura de escamas dorada con grebas, brazales y hombreras, muy bien recibida.


Una espada rota de extraña factura, con la hoja partida hecha de algo parecido a sílex verdeazulado. 

Un cofre con la cerradura en forma de enano con la boca entreabierta cuya llave era la daga enana contenía varios lingotes de oro y plata, cada uno con una marca timbrada en su superficie con forma de pequeña ciudadela amurallada.
Un casco-máscara en forma de cabeza de cuervo blanco.


Cerraba el tesoro un grupo de siete picheles de plata de gran calidad, cuyas tapas tenían rostros de estilo lineal de estilo enano. Tres de las caras eran de enanos, dos de elfos, una de orco y otra de un wolfkin. Parecían jarras de cerveza personalizadas, tal vez. Llevaban la firma en forma de runa de un tal Mulgor.


Tras esos días de trabajo para acondicionar la torre decidieron ir a Boldhome a buscar información y, tal vez, gente interesada en ser contratada para ayudar en la torre. De camino se encontraron con una grupo bastante extraño: una fila de gente flagelándose. Su líder, una mujer con un extraño colgante, les indicó que abandonaran toda posesión y se unieran a ellos, que estaban purgando al mundo del pecado y que serían ellos los únicos salvados por el dios creador. Se trataba de una secta herética derivada de Herrumbre. Kurt el wolfkin, haciendo gala de su locuacidad, acabó convenciendo a la líder de que una lluvia de meteoritos que había visto caer al mar en una de sus guardias nocturnas era una señal de que los flagelantes debían seguir aquel camino y sumergirse... cosa que vieron lógica y tal hicieron. No sin antes, claro, retirarle el extraño medallón que portaba (que ayudaba a "convencer" a sus seguidores) y arrojarlo al mar. La líder, desesperada, se metió en el agua para recuperarlo. Algunos la siguieron pero otros, viéndose libres del hechizo, siguieron al grupo hacia Boldhome donde fueron recibidos por Callus.