En Boldhome el asunto era encontrar ayuda para la torre. Hablaron con Callus y les contó un poco qué había en los alrededores.
Sabían que al oeste estaba el Bosque de Aurakal, con sus misterios. El bosque estaba rodeado al norte-oeste-sur por la Ciénaga del Astado, lugar a evitar. Eso hacía que cualquier viaje al oeste debiera empezar cruzando el Meliaguas al sur, y luego girando a la derecha.
Al norte estaba la inmensa cordillera llamada las Fauces de Frío, en cuyas estribaciones estaba la mina de Zarakzán. Sabrían también que siguiendo las montañas al este había una vetusta ciudadela amurallada de los elfos. Antaño guardaban en ella un mal y custodiaban que no pudiera escapar de ese lugar.
Al este, siguiendo la costa, estaba Tyr Melián. A menos de otra jornada de caminata estaba la Isla del Fantasma, un pequeño islote (sí, el mismo en el que habían visto luces la noche anterior) en el que se decía que un fantasma moraba, y nadie se atrevía a visitar.
Al sur, a varios días tras cruzar el Meliaguas, estaba Ribadelya, sobre el río Elya; se trata de un poblado varias veces más grande que Boldhome gobernado por un Hermano de Herrumbre y una pequeña guarnición de guardias. Era el último punto en la ruta de comercio hasta llegar a Boldhome. Traían carne, esclavos y materiales y, tras parar una noche aquí, seguían ruta al norte hasta Zarakzán. Luego volvían a Boldhome y seguían de nuevo hasta Ribadelya y, más al sur, hasta la capital del territorio: Falender, una ciudad en ruinas que los alderlanders del sur están reconstruyendo y repoblando bajo los auspicios de Herrumbre y Heme.
Pasaron noche en el pueblo, y conocieron a Adulf y a Evell (destacaban ambos por el color anaranjado de sus cabellos). Adulf era el muchacho (unos 11 inviernos) que se ocupaba de mantener la Casa Común (donde dormían los invitados del pueblo) y Evell era su madre (de unos 30). Sabrían que el padre del joven había sido llevado hace dos años ya a Zarakzán.
Evell de Boldhome |
La mujer trabajaba en el pueblo haciendo mil cosas, desde coser, encalar, cosechar, cuidar ganado... Callus los presentó y al día siguiente el grupo les hizo una oferta de trabajo que tanto madre como hijo aceptaron.
Adulf, soñando con ser un gran caballero |
Acabarían saliendo esa misma tarde con ayuda de Berny el bardo con una carretilla prestada cargada de herramientas, víveres, telas, material de cocina y varias gallinas en dirección a Tyr Melián, adonde llegarían al atardecer, justo a tiempo para una cena, varias historias y mucho descanso.
La torre ya tenía a sus primeros pobladores y los Cuervos de Plata a unos nuevos aliados.
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