Las galletas estaban en su sitio y el chocolate tan caliente, denso y sabroso como siempre. La hermana Ana, una mujer oronda y mayor, aunque ágil para sus años, los había reconocido al instante. Chuck y el pequeño Kuro.
Era de madrugada. Afuera llovía. La niña había llorado hasta casi quedar dormida. Otra hermana, Nicoleya, más mayor que Ana y siempre risueña en sus recuerdos, había cogido a la niña y se la había llevado a una habitación. Nicoleya era rusa, de algún lugar de la URSS al menos. Podría hablar con la pequeña, hacerle ver que estaba a salvo. Que la habían salvado. Que podría ser libre. Los dos hombres se miraron.
Aquel chocolate sabía a gloria.
Al poco entró el bedel, lo recordaban de aquel entonces. El señor Chancellor, un hombre sobrio y reservado. Hablaba poco, pero cuando lo hacía era mejor contestar conn un "sí, señor" o "no, señor". Imponía. Todavía lo hacía.
Hablaron poco, pero hablaron de lo mal que iba todo. Del olor a podrido que había por toda la ciudad.
Esa noche cada uno reflexionó sobre lo que habría de hacer para poder sobrellevar el resto de su existencia. Por ejemplo Chuck se quedó dormido fuera de se rulot, en una silla de playa mirando al este, con su pañuelo de calavera. Kuro, en su piso de varios cientos de miles de pavos. El señor Chancellor, en su pequeño cuarto del orfanato, abrió su viejo baúl de madera de estilo militar y sintió de nuevo aquella tela en las manos, el dibujo que tenía estampado... Y recordó el porqué.
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Cuando bajas a la ciudad y retuerces ciertas muñecas, contraes ciertos cuellos y flexionas hacia el sitio adecuado ciertas falanges proximales, obtienes cierta información. Por ejemplo, que si alguien trae niñas rusas al país, serán los rusos. La Bratva. Y que si las traen será por el puerto, controlado por la Bratva. Y que si el jefe del sindicato de estibadores está en el ajo, se puede meter lo que sea en el país. Y se puede incluso sacar el nombre del tío, dónde vive e incluso dónde se toma las cervezas: en un puto pub irlandés regentado por rusos.
La siguiente visita sería a Vitaly Sarosta. Secretario del sindicato de estibadores.