Ídril partió al galope en su gusuk, con intención de recoger una carreta, llenarla de provisiones para los goblins y llevarla de vuelta a la aldea del Hombre Oso (así la llamaron por un hombre peludo que se les había enfrentado tras liberar Zarakzán).
Mientras, el elfo y el wolfkin aguantaban el campamento, hablando y descubriendo cosas interesantes sobre aquellos goblins que habían renunciado a seguir al Basileo. Durante todo un día guardaron la aldea abandonada, pero el ataque de los orcos de Zarakzán no tardaría. Éstos vieron llegar a Ídril de vuelta con las provisiones y demás material, e intentaron salir a su encuentro en una pequeña patrulla.
La patrulla sería emboscada por Tháendan con el apoyo de Kurt y los goblins. Aquellos 5 orcos no volverían con sus compañeros. Rápidamente el grupo se reunió con el medielfo tras recoger el campamento y marcharon forzadamente al sur. Los goblins, famélicos, iban en la carreta bebiendo y comiendo las provisiones de Tyr Melián.
Al día siguiente, ya en la Torre, jurarían gustosos como miembros de la Guardia. Los Cuervos hicieron que los miembros de la Guardia los acogieran y ayudaron a forjar lazos de lealtad. Todos sabían del poder de esos tres héroes y que, cada uno en su campo, eran gente excepcional. Era normal preferir estar al lado de alguien que había demostrado tener a Cuervo de su parte.
* * * * *
Durante varios días entrenaron, formaron a la Guardia, se abastecieron en Boldhome y se prepararon para hacer una incursión a Vorsinghall. Su plan era ver qué pasaba allí, si mantenían el acuerdo con Tyr Melián a pesar de la traición del Basileo y, ya de paso, intentar recuperar la supuesta Pluma de Cuervo que habían visto en la torre de los Cuervos Negros.
Para allí partieron junto a Zanzik, que se ofreció voluntario para ser guía y espía en la ciudad. Pocas aventuras corrieron en el trayecto, que hicieron lo más sigilosamente posible montados en sus gusuks.
Llegaron al anochecer. Una vez allí el trío se ocultó al oeste de la ciudad y permitió entrar a Zanzik en solitario. El goblin vio que la ciudad era un caos y que sus congéneres y los orcos andaban a cuchilladas. Trols del norte cargaban contra el portón principal. Todo era un caos. Viendo desde fuera el peligro, el grupo entró para buscar y sacar de allí a su nuevo compañero. No llevaban dentro ni un suspiro cuando el fuego cayó desde el cielo: Dráxsalom sobrevolaba a pocas decenas de metros la ciudad y lanzaba su aliento sobre los tejados... ¿Qué llevaba al dragón a bajar desde su guarida de Caldarium a atacar Vorsinghall? ¿Qué extraños motivos, pactos o alianzas? ¿O era mero capricho?
El grupo encontró a Zanzik a base de abrirse paso a espadazos y flechazos, herido pero vivo. Acabarían rescatando la Pluma de la torre en su caja de madera, y saltando después la empalizada que estaba siendo pasto de las llamas. El dragón ni había reparado en ellos. Sólo buscaba arrasar aquel lugar.
El grupo se alejó hacia el oeste donde aguardaban los gusuks. Cubiertos de hollín, sangrando, con la boca seca como las Llanuras del Dolor... Exhaustos a pesar de que todo había ocurrido en cuestión de minutos. Vieron al contraste de las lunas al dragón en la lejanía, soplando su ira ígnea sobre la llamarada que era Vorsinghall. Los gritos de las familias orcas y goblins llegaban hasta ellos.
Sin respuestas, volvieron sobre sus pasos hacia Tyr Melián. Con Ídril acariciando suavemente la madera oscura de la caja que contenía la Pluma de Cuervo.