Ídril logró calentar su cuerpo contra el fuero de la lareira del Molino, apurando unas judías calientes con la firma de Hearda. Kurt y Tháendan no entendían por qué el druida había partido así, en solitario y sin equipo; daba igual que fuera a un lugar cercano: había puesto su vida en peligro. Una temeridad hacer algo así tras haber sobrevivido meses en Zarakzán.
Durante su ausencia el pueblo había sido hostigado al caer el sol por wargos de la noche, y los del pueblo habían tenido que salir a ahuyentarlos con antorchas para proteger el ganado. Berny, el jovenzuelo que tocaba el fiddle en el Molino y que admiraba al grupo, había sido mordido por uno en el brazo y se temía por su vida. Los wargos era criaturas de oscuridad, y se sabía que los que morían por sus fauces se disipaban como niebla en sus lechos de muerte. Y Berny, aunque abucheado con frecuencia, era alguien muy querido por todos.
Wargo de la Noche |
Ídril descansó una jornada reflexionando. Callus les había contado que Érelm formaba parte de una organización (más bien una hermandad no oficial amateur de cuatro amigos más o menos) llamada Los Cuervos de Plata. Decía que tenían unos colgantes y que luchaban contra los invasores alderlanders. Tejían una red de apoyo para elfos, enanos y druidas, y emboscadas puntuales a esclavistas. Su última acción de liberación de prisioneros en Zarakzán fue tan inesperada como temeraria.
El concepto de Los Cuervos, junto con la visión del cuervo blanco, la necrópolis de Aurakal, el medallón de plata, Herrumbre, los esclavistas... algo se fraguaba en la mente del medioelfo.
Tyr Melián, cada vez más cerca. |
Convenció a sus dos compañeros de volver a Tyr Melián ahora que se veía con más fuerzas, y en unas pocas horas de marcha bajo un ligero viento del nordés vieron la silueta de la torre perfilada al este. Durante parte del día limpiaron la planta baja, retirando sobre todo vigas podridas y restos variados caídos de los pisos superiores. En el centro de esa planta dispusieron una pequeña pira, mojando la parte superior con algo de nieve del exterior: el plan era una pequeña hoguera controlada que hiciera mucho humo para hacer salir a colonia de murciélagos del techo de la torre. Costó cierto tiempo generar el humo y la molestia suficiente, ¡pero el plan fue exitoso! Después despejaron la lareira y la zona de la cocina y trasladaron allí la madera que todavía ardía para comprobar que el tiro estaba limpio.
Luego pusieron sus ojos sobre la trampilla que iba al sótano, accionada por una cuerda con polea. Se miraron, respiraron hondo y levantaron la tapa tirando de la soga. La niebla que salía del interior se disipó levemente al contacto con las antorchas... El frío era intenso e innatural, y el desasosiego crecía en ellos.
Vieron que se trataba de una gran despensa tallada en la roca sobre la que se aguantaba Tyr Melián. Alimentos petrificados con quizá cientos de años todavía reposaban en estanterías y cajas de madera. Al fondo pudieron distinguir unos sarcófagos y una suerte de trono que empezó a brillas con luz enfermiza...
Jornen en su trono fantasmal |
Los enanos se alzan |
La niebla se disipó y los no-muertos se volvieron polvo; el fantasma, liberado de la carga que portaba. Tyr Melián era ahora su baluarte.