Siempre me ha parecido curioso que a alguien le llamen "buen jugador de rol" o "buen máster de rol".
Cierto es que hay por ahí gente que, desde mi perspectiva, sabe jugar muy bien a rol. Ahora el problema será explicar lo que es "mi perspectiva", claro. A mí me gusta la gente que rolea, declama, muestra seriedad cuando debe, epicidad cuando toca y, sobre todo, se lo pasa bien consiguiendo que los demás se lo pasen bien.
Seguramente para ti es distinto. Y éso es bueno.
Yo creo que la excelencia en el Rol se basa en el grupo. Los jugadores se inspiran unos a otros. Pon un jugador activo en una partida y tal vez podrá acivar a esos que tienden a ser más callados o parados. Y lo mismo al revés.
Ser buen director de juego no sólo se basa en la preparación de la partida. Yo con mi grupo actual casi no las preparo, después de ver que prefieren cierto toque "sandbox" y libertad total de acción. Escribo unas líneas de guión básico y un escenario por donde se puedan mover, como en los viejos módulos de MERP. Luego se me ocurren cuatro o cinco tramas, pero nada demasiado grande que puedan pasar por alto o ignorar tirando por tierra horas de preparación. Simplemente pongo un mundo bajo sus pies, y gente con motivaciones diversas habitándolo. Lo que hagan es cosa suya.
Habrá jugadores que no sepan encajar ésto. Los míos sí. Supongo que con otros jugadores tendría que actuar de otra manera. Quizá mis partidas serían, por lo tanto, mejores o peores.
Ésto implica que un director de juego no es, a priori, "bueno" o "malo". Dicen que John Wick es un máster genial, pero leyendo ciertos artículos suyos estoy casi seguro de que acabaríamos a hostia limpia encima de la mesa. O no.
¿Hacia dónde voy? A que creo que un director de juego es tan bueno como los jugadores que lo rodean. He visto cómo cuatro líneas garabateadas en un folio tras mis pantallas se convertían en partidas geniales gracias a mis jugadores, y cómo sesiones muy bien preparadas y anticipadas se convertían en aburridas tardes de otoño.
Yo nunca podría jugar con un jugador legalista que me interrumpiera constantemente reclamándome su "ataque de oportunidad". Éso haría que la partida se resitiense. No me gustan los que consideran que su personaje es su ficha, y nada más. Me gustan los que ven más allá de los números, y sin tener la ventaja "Familia +3" un día me hablan de que en el Valle de Archen tienen una tía abuela que hace unos bizcochos cojonudos, y que van a ir a visitarla ya que están por Sembia rumbo norte y les pilla de paso.
Una de las partidas más simpáticas que recuerdo fue una en un mundo de fantasía con sistema Rolemaster, hace unos dieciocho años. Estaban en una posada ya muy conocida por ellos (¡cómo no!), desayunando tardíamente despues de correr unas largas aventuras (era una Campaña de varios meses ya) cuando dije algo así como "El mediodía queda atrás en este frío día de Invierno. Es el 42 de Nimloss del Año del Dragón Roncollo" cuando uno de los jugadores, entrecerrando los ojos al comprobar algo en la ficha dijo: "¿42 de Nimloss? ¡Coño, estoy de cumpleaños!".
Esa sesión se la pasaron casi entera en lo que yo llamo "en personaje", sentados en la taberna recordando mil aventuras vividas, bebiendo hasta las tantas, invitando a los pueblerinos (todos pnjs conocidos) y riéndose a mandíbula batiente. Ni exploración del Pantano Gris, ni visita al Duque de Harlinoth, ni exterminio de goblins en las Montañas Ateridas. Me limité a hacer aparecer a ciertos pnjs con los que se habían topado en sus aventuras, en plan fiesta sorpresa montada por sus amigos de la posada. Ni un combate. Ni una sola tirada de dados. Fue genial. No para hacerlo todos los días, pero fue genial.
Del mismo modo, un grupo de jugadores veteranos puede hacer que un director de juego novato se crezca y monte una partida genial.
¿Es justo entonces culpar a los jugadores si la partida sale mal? ¿Es justo culpar al máster? Creo que, al igual que hay que compartir el dulce sabor del éxito, hay que hacerlo también con el amargo del fracaso.
Por lo tanto, ya está bien, creo, de exigir genialidades a los másters. Ya está bien de que los másters exijan trasfondos que ni el de Kvothe en El Nombre del Viento o interpretaciones narrativas con nominación a los Globos de Oro. Y ya está bien de gente que no comprende que el rol es un juego social que requiere tener gente cerca, no un teclado y un monitor.
Como siempre dice el gran Gerry López: "pajearse es divertido, pero follando conoces gente".
¡Un saludo!
Sin duda, amén a todo...
ResponderEliminarUn saúdo...
Otro para ti, Main Man!
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