Regresaron en la Némesis al poblado phindio y se ocultaron unos días mientras el mandaloriano se recuperaba de las heridas en una tienda. En ese tiempo aprovecharon para recuperarse, reparar el X-wing que habían encontrado y explorar lo aledaños de la aldea.
Vieron, también, cómo el Imperio destruía la base norte junto con el Templo del Todo. Pudieron impedirlo, pero no lo hicieron. A partir de ahí notaron un gran desequilibrio de la Fuerza en el planeta, como si la parte Luminosa se apagara y el Lado Oscuro prevaleciera.
Viajaron a lo que eran los restos de la antigua base del Arquitecto (donde Las Máquinas que Matan), ya que el desequilibrio de la fuerza los llevaba directos a esa zona y allí descubrieron la tumba del maestro jedi dueño del x-wing estrellado y de los sables verdes que ahora portaba Garen. Entre otras, también encontraron la tumba de Lira Garen, madre de Gar. El pequeño jedi portaba una gema negra en sus manos, con un potente lazo con el Lado Oscuro. Entre los tres alteraron el flujo de Fuerza e hicieron que el cristal estallara, eliminando su poder.
Restauraron el equilibro de la Fuerza, pero eliminándola de la idiosincrasia del planeta.
Acabaron explorando un Templo oculto de una extraña raza cerca del lago que bañaba el Cementerio Grande (el crucero republicano estrellado). Eran sensibles a la Fuerza, pero la usaban para mantener el equilibrio entre lo que ellos llamaban el Todo (La Luz) y la Nada (el Lado Oscuro) por medio de unos cruentos sacrificios por medio de dagas ceremoniales. Consiguieron aplacar a los espíritus que había allí y restaurar finalmente el flujo de la Fuerza. Lo que no supieron fue a qué coste. Una de las antiguas dagas malditas, por cierto, acabó en el chaquetón de cuero del arqueólogo jedi Lucas Thunderstruck.
Los phindios no tenían ni idea, pero en el poblado descubrieron tecnología de la república que llevaba décadas inactiva (desde las Guerras Clon, para ser precisos). Se trataba de tecnología defensiva, un viejo escudo deflector que sustraía energía del subsuelo. Con algo de miedo consiguieron reconectarlo, pero el coste fue que el crucero Piett los detectara y mandara un par de cañoneras.
El mandaloriano pilotó el X-wing y derribó las cañoneras, no dudando en acabar con los troopers que intentaban escapar de las incendiadas cabinas. El dathomiriano se juró que tendrían una conversación sobre ese tema, porque tenía ahora la convicción de que la vida debía ser preservada. Capturaron a dos troopers y los interrogaron, y algo descubrieron de su situación legal para con el Imperio: busca y captura. Decidieron que lo mejor sería largarse de Phindar eludiendo las patrullas.
Se aprestaron y se despidieron de los phindios dejándoles el escudo listo por si había problemas. Fue en órbita cuando entendieron por qué no tenían problemas para salir del planeta: la Piett estaba siendo atacada desde un lateral por la nave republicana Scarif, ahora modificada por anexos, cables externos, piezas recambiadas... era la Scarif, pero no lo era. Quién sabe qué habría sido de Denau y sus hombres. Lanzaron los sensores hacia las naves, y vieron que la Scarif tenía vida en su interior, toda en un estado... ¿cómo decirlo? Era como si toda su tripulación fueran de enfermos en estado vegetativo... pero que se movían por todas las cubiertas.
Por el fuego cruzado y las dos barquillas de abordaje con droiditectos dentro que impactaron en la Piett supieron que el crucero imperial caería pronto en manos del navío controlado por, suponían, la Inteligencia Artificial llamada El Arquitecto.
Se miraron entre ellos en la cabina de la Némesis y decidieron que no podían dejar que la Piett fuera derrotada: pusieron rumbo hacia ella a velocidad máxima.
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