El viaje a los castros costeros del sur fue corto y terrible.
En el primero al que llegaron se encontraron a gran parte del pueblo quemado y muchos cadáveres dispersos entre las casas de piedra redondas. Allí se vieron en la tesitura de acabar con un cadáver infectado por un demonio. Era como si se hubiera abierto un portal en el torso del pobre hombre y unas patas arácnidas salía de su interior.
En el siguiente pueblo encontrarían, de camino, una bandada de harpías, que fueron duras de derrotar pero acabarían cayendo. Descubrieron, a su vez, que eran mutantes... Fieles guerreras seguidoras de Cuervo capturadas por los seguidores de Herrumbre y sometidas a impíos rituales para ser transformadas en esas criaturas enloquecidas. El grupo tomó nota de este descubrimiento y dejó que su odio hacia Herrumbre aumentara más, si cabe.
La exploración de ese segundo pueblo no fue mejor... masacre y podredumbre por doquier. Pero algo se temieron, como un sentido que alertó al grupo de que algo se avecinaba. Una emboscada con no menos de 5 soldados y un guardia de Hierro. Los Cuervos de Plata los destrozaron sin piedad gracias a sus poderosos talentos y cierta dosis de fortuna.
Mandarían recado a Vorsinghall y seguirían su camino en gusuk hacia Tyr Melián, siguiendo la línea de costa al suroeste.
No hay comentarios:
Publicar un comentario