jueves, 4 de enero de 2018

Trilogía: La Comunidad del Rolerillo

Durante una buena temporada he estado leyendo cosas, así en general, sobre la "Comunidad Rolera". Para mí es un concepto extraño, ajeno. Tal vez incluso erróneo. 

Nunca he escuchado a nadie hablar de "comunidad futbolística" o "baloncestística" y mucho menos incluírse en ella. La gente suele decir "me gusta el fútbol" o "soy del Betis", o hay quien cita al "mundo del fútbol" como ente abstracto que todo lo engulle; pero no veo que se metan en una comunidad del fútbol así a la brava porque, claro está, el del equipo del barrio de al lado (no ya el de la ciudad de al lado) es mi enemigo, ergo que no me metan en el mismo saco que él.

Lo que sí escucho, y casi cada día, son cosas como "la comunidad gamer" cuando hablamos de jugadores de ordenador y consolas, "comunidad cosplay" cuando hablamos de cosplayer, claro; y, por supuesto, "comunidad rolera", esa especie de cajón desastre (que no "de sastre") donde parece que se nos mete a todos los que jugamos a rol, ya seamos activos en redes sociales o a aquellos que juegan su partidilla en la asociación de vecinos y no entran nunca en internet.

Antes yo también hablada de la comunidad rolera, de que éramos un grupo definido, de que éramos parte de algo. Quizá más grande, quizá con valores, quizá diferente. Pero tal vez ese es el error. Mi error, no cabe duda. El de pensar que entre los roleros podemos hacer un grupo con unos ideales, valores y facetas definidas y considerarnos una comunidad. Pero, lo siento, desde hace años ya me es imposible vislumbrar algo así.

El tema de asimilarse a un grupo es una tendencia propia de la adolescencia. Esa búsqueda por encajar hace que acabemos siendo de este grupo o de este otro, de que vistamos como vestimos y usemos las expresiones que usamos, que escuchemos determinada música o que salgamos con determinada gente. Esto, en muchas ocasiones, se refuerza al entrar en la etapa de "joven adulto", que en algunos llega hasta la universidad. 

Con esto a lo que voy es que pretender crear, o reforzar la pertenencia a, una supuesta "comunidad rolera" es, en mi opinión, un ejercicio propio de un adolescente que por llevar una camiseta de Iron Maiden se erige en heavymetalero y busca el amparo de otros con camisetas afines e incipientes crines al viento. Dándole igual, por supuesto, que esos otros no escuchen a Maiden si no a Gamma Ray y Blind Guardian. Incluso hay uno que escucha Europe y es un baboso con las chicas del grupo, pero claro: es parte de esa comunidad también aunque haya quien le diga que Europe no es metal. Pero habrá que quererlo. 

Ambos son guays pero de distinto modo
En su cuarta acepción la RAE define comunidad como conjunto de personas vinculadas por características o intereses comunes. Obviamente el hecho de jugar a rol es un interés común, por lo que a nivel lingüístico no hay quien tosa a los que nos llamen comunidad rolera.

Pero, ¿no es acaso una palabra a la que dar cierta entidad mayor? Perteneces a una comunidad autónoma porque no te queda más remedio, y en ella hay gente de todo tipo. Ahora, pertenecer a una comunidad principalmente centrada en un hobby ¿es obligatorio? Quiero decir, ¿los jubilados del centro de día forman parte de la comunidad del tute? ¿o de la petanca? ¿El hecho de que juegues a un tipo de juegos da derecho a terceros a meterte en un saco clasificatorio? ¿Para que luego desde dentro del mismo saco te metan en que si eres gamer, narrativista, simulacionista? ¿Entramos en una bag of holding dentro de otra dentro de otra? 

Los que os definís como roleros contáis con mi reconocimiento (yo mismo lo hago), pero los que introducís a otros dentro de una comunidad rolera e incluso os disponéis a acusarlos de que no hacéis nada por la comunidad deberíais pensar un momento si esas personas quieren realmente formar parte de una cosa así, o si están bien como están. No todo el mundo necesita esa etiqueta, ni defender banderas que ni les van ni les vienen. Cuando alguien habla de nuestro hobby desde el desconocimiento soy el primero en aclarar dudas. Pero lo que no tengo por qué hacer es ir llamando a puertas ajenas y dando lecciones de moral a nadie, ni explicando de manera gratuita porqué mi afición mola tanto. Porque no todo el mundo quiere saber de mi afición ni no todo el mundo tiene mis mismos gustos. Ni me oculto ni me expongo: normalizo mi afición para que todos se la tomen por lo que es: algo normal.

Entiendo que haya un día del Orgullo Friki, pero no creo que necesitemos salir con carrozas a la calle ni hacer aspavientos, porque estamos perfectamente visibilizados en la sociedad actual; otra cosa es que esa sociedad sepa lo que hacemos o a qué nos dedicamos debido a que esa visión sea sesgada o errónea. Y podemos hacer cierta labor pedagógica, como con jornadas abiertas en centros culturales; pero creo que imponer nuestra afición a los demás, que la acepten porque lo digo yo como algunos opinan, me parece un completo error. El mismo que cometerían conmigo un cazador o un torero hablándome de las bondades de sus aficiones.
"Buenos días. Venimos a traerle la Buena Nueva en forma de tabla de encuentros aleatorios"

En fin, que hay una reflexión interesante sobre la religión que me gusta mucho: "La religión es como tener pene: está bien tenerlo y estar orgulloso de él, pero procura no metérselo a la fuerza a los demás".

Procuremos hacer lo propio con nuestra afición y nuestra, seguramente inexistente, comunidad.

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