domingo, 22 de agosto de 2021

Forbidden Lands: Boldhome

 La noche bajo la torre de Tyr Melián, cobijados contra la pared de roca y entre arbustos, fue bastante plácida. Habían cenado decentemente, y el cansancio los derrotó a los tres.

Tyr Melián
A la mañana siguiente se propusieron seguir juntos y explorar la torre. La base, sobre un conjunto de roca, contaba con unas escaleras esculpidas que daban a una estructura firme y sólida de varios pisos; la torre era hermosa y estaba bien construida. Ídril apostaría a que manos enanas habían trabajado en ella. Bajo un soportal de piedra estaba la única entrada visible, una puerta de madera muy gruesa y reforzada de una sola hoja. No había cerradura ni candado en ella... estaba asegurada desde el interior, lo que hacía el acceso imposible sin un ariete y unos 10 asaltantes...

Kurt, el wolfkin, examinó las alturas y vio varios huecos derivados de la ruina por los que podría intentar colarse, cosa que logró con facilidad y garras. Una vez dentro descendió por la escalera de caracol de piedra que surgía de la pared interior de y que iba desde la planta baja hasta el techo de la torre, ayudando a afirmar los diferentes pisos de la misma con vigas de madera, ahora carcomidas o derrumbadas en la planta baja. El lobo abrió la puerta desde dentro y dejó entrar a sus compañeros. 

La torre estaba casi hueca porque las diferentes plantas habían colapsado. Se podía ver desde el suelo de planta hasta casi el techo, varias decenas de metros por encima. Restos lígneos se acumulaban allí, vigas y tablas de los diferentes niveles. En esta planta circular baja había paredes de piedra que separaban ambientes, destacando un pozo de agua que mostraba suciedad en superficie, pero que parecía potable; y una gran lareira que, por el tiro del que disponía, seguramente ayudaría a calentar los espacios superiores de la torre. 

Una lareira de verdad

También hallaron una trampilla a ras de suelo que parecía comunicar con algún tipo de sótano; pero un frío extraño en forma de niebla insana surgía de la trampilla a medida que se acercaban, por lo que decidieron no acercarse a ella demasiado.

Lo que sí exploraron fue las alturas, siguiendo la escalera de caracol de piedra ceñida todo a lo largo de la pared interior de la torre, un gran acierto de ingeniería enana. Cada cierta altura las losas de piedra propiciaban la instalación de una planta con vigas y tablas de madera, pero se veían peligrosas y podridas en el mejor de los casos. Habían estado escuchando un ruido molesto, el eco de murmullo en la cima de la torre. Al subir descifraron el enigma: una colonia de murciélagos se había instalado en el artesonado del techo. Ídril consiguió esquivarlos y acceder a la escalera que comunicaba con el puesto del vigía en la cima. La vista era impresionante desde esa altura... varias millas de panorámica. El pueblo (¿Boldhome?) al suroreste, en la desembocadura del Meliaguas. El extenso mar al sur sureste. Las colinas y llanuras al norte, con la cordillera infinita de este a oeste todavía más al norte, donde estaba la maldita mina de Zarakzán; apenas dos días atrás todavía extraían minerales y rocas allí. Pero, ¿qué era aquéllo?

Ídril, con su vista druídica, vio un pequeño grupo a poca distancia. Eran seis reos atados en parejas entre sí, con un guardia delante y otro detrás. Por la ruta parecía que había salido de Boldhome e iban recto hacia el norte, a Zarakzán... más esclavos. Bajó sin importunar a los murciélagos en su dormitar diurno y avisó al elfo y al wolfkin de lo que había visto. Dispusieron una emboscada rápidamente.

Menos de una hora después, y tras un ataque por sorpresa digno de recuerdo, los dos esclavistas estaban muertos y sus cadáveres saqueados (cantimplora, provisiones, botas buenas, espadas cortas) y escondidos entre la maleza. Los seis prisioneros, asombrados, dijeron venir de Boldhome, al sur. Hasta allí los escoltaron pero, al contrario de una buena recepción, lo que vieron tras el puente del pueblo fue a un Guardia de Hierro golpeando a varios pueblerinos frente a la entrada del gran molino de río del que presumían los esclavos liberados. Parecía estar reafirmando su poder como "gobernador" del poblado dando voces a la molinera y a otros 5 ó 6 boldhomitas. 

Boldhome, en la orilla norte del Meliaguas

Sin mediar palabra Tháendan el elfo y el druida Ídril cargaron contra el Guardia. Kurt apuró una flecha contra su pecho como educada presentación del grupo.

El Guardia de Hierro

El siervo de Herrumbre no se esperaba ni flechazos ni dos certeras estocadas por sorpresa, y aún menos los habitantes de Boldhome que se arremolinaron alrededor del cadáver una vez el grupo acabó su tarea.

Al ver a los liberados no podían creerlo. Llevaban tanto siendo un punto de ruta para Zarakzán que no sabían lo que se les esperaba ahora.

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