lunes, 28 de febrero de 2022

Forbidden Lands: Hic Sunt Dracones

La estrecha garganta entre montañas se abría rumbo norte, siendo más bien un desfiladero de un par de millas oscura y polvorienta. Montados en los gusuks el camino se hizo sencillo, pero miraban hacia el cielo, siguiendo la línea de las altísimas paredes de roca, como esperando un desprendimiento que podía llegar en cualquier momento.

La salida fue como recibir un fogonazo. La temperatura iba subiendo, pero no se esperaban pasar de unos 2-3º a casi 30º en ese paseo. Lo que tenían delante era una extraña jungla llena de árboles, grandes hojas, sonidos de anfibios y de pájaros, y mucho calor. En el centro de toda esa espesura se alzaba la montaña de Caldarium, que parecía ser la que desprendía ese calor que convertía el lugar en lo que era.Tantearon la jungla, y avanzaron hacia la montaña. Tuvieron la mala suerte de ser emboscados por una manada de gusuks salvajes, con la particularidad de que Ídril solicitó la ayuda de su dios Cuervo, interpretando su respuesta como un "no te muevas, que los reptiles se irán". Los otros dos intuyeron que algo había fallado, y lucharon sufriendo heridas, matando a varios de ellos y poniendo en fuga a uno malherido y a la "matriarca" gusuk. 

A las pocas horas llegaron a la montaña, y el calor era mayor. Vieron que las laderas estaban plagadas de agujeros, todos hechos por anélidos abisales como los de Zarakzán. Fueron muy útiles para explorar el lugar y llegar a una enorme caverna plagada de estalagmitas y estalactitas. En el centro había un estanque de agua termal. En varios lugares había esporas y micelio. También el viejo cadáver expoliado (respetuosamente al parecer) de un wolfkin. Las estalactitas atravesaban su caja torácica... ¿podría haber muerto así, y luego sus compañeros se llevaron lo esencial para continuar su camino? Quién sabe.

Ídril usó su poder para vislumbrar el pasado del lugar. En imágenes cronológicamente confusas vio a una criatura que sólo podría calificarse como un dragón. Muy similar al del tapiz de la tumba que habían visitado en Colinas Rojas. Vi también a los anélidos llegando hasta Zarakzán en sus largos viajes, y a un wolfkin que pedía algo al dragón... pero salía al exterior de la montaña sin un brazo y jurando vengarse de la criatura.

Una arriesgada inmersión reveló que, buceando en el estanque varias decenas de metros, se alcanzaba otra sala donde dormitaba el enorme ser de aspecto mezclado de felino y reptil, con alas coriáceas. La criatura se presentaría a los tres amigos en la gran caverna, fuera de su guarida. Sin decir una sola palabra les preguntó con imágenes mentales qué querían. 

Dráxsalom
Por un lado pidieron un remedio para expulsar a los anélidos de Zarakzán: el dragón Dráxsalom les indicó un micelio dentro de la caverna... serviría para repeler a las criaturas si dejaban crecer los hongos a voluntad.

Por el otro, Tháendan pidió al dragón que uniera la espada rota de sílex. Sólo un ser como ese podría hacerlo. Dráxsalom caviló durante unos segundos, midió con la vista al elfo y le exigió un sacrificio digno de un guerrero: uno de sus brazos.

Tanto el semielfo como el wolfkin agarraron al arrojado elfo con murmullos de "¿pero qué haces?" y "¿estás loco?". 

El elfo miró la espada rota en el suelo y alzó la mirada para encontrar la del dragón...


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