sábado, 28 de agosto de 2021

Forbidden Lands: Trabajos de Limpieza.

 Ídril logró calentar su cuerpo contra el fuero de la lareira del Molino, apurando unas judías calientes con la firma de Hearda. Kurt y Tháendan no entendían por qué el druida había partido así, en solitario y sin equipo; daba igual que fuera a un lugar cercano: había puesto su vida en peligro. Una temeridad hacer algo así tras haber sobrevivido meses en Zarakzán.

Durante su ausencia el pueblo había sido hostigado al caer el sol por wargos de la noche, y los del pueblo habían tenido que salir a ahuyentarlos con antorchas para proteger el ganado. Berny, el jovenzuelo que tocaba el fiddle en el Molino y que admiraba al grupo, había sido mordido por uno en el brazo y se temía por su vida. Los wargos era criaturas de oscuridad, y se sabía que los que morían por sus fauces se disipaban como niebla en sus lechos de muerte. Y Berny, aunque abucheado con frecuencia, era alguien muy querido por todos.

Wargo de la Noche
Ídril, resintonizado con las energías de la naturaleza y observado por los dioses, visitó a Berny y plantó sus manos sobre la herida, extendiendo una capa de arcilla húmeda sobre los mordiscos... rogó a Barro y a Caudal por el joven, y el espacio entre el brazo del bardo y las manos del sanador brillaron. La arcilla se endureció y secó. El druida la golpeó con sus nudillos, rompiéndola y retirándola... Para asombro de todos, la herida estaba curada. Pronto Ídril era tratado como un santo milagrero entre los habitantes más devotos de Boldhome; para ellos ésto era otra señal de que los inquisidores de Herrumbre alderlanders del sur eran unos conquistadores, esclavistas y asesinos despiadados, sin más. No unos salvadores. Herrumbre era el Mal.

Ídril descansó una jornada reflexionando. Callus les había contado que Érelm formaba parte de una organización (más bien una hermandad no oficial amateur de cuatro amigos más o menos) llamada Los Cuervos de Plata. Decía que tenían unos colgantes y que luchaban contra los invasores alderlanders. Tejían una red de apoyo para elfos, enanos y druidas, y emboscadas puntuales a esclavistas. Su última acción de liberación de prisioneros en Zarakzán fue tan inesperada como temeraria. 

El concepto de Los Cuervos, junto con la visión del cuervo blanco, la necrópolis de Aurakal, el medallón de plata, Herrumbre, los esclavistas... algo se fraguaba en la mente del medioelfo.

Tyr Melián, cada vez más cerca.

Convenció a sus dos compañeros de volver a Tyr Melián ahora que se veía con más fuerzas, y en unas pocas horas de marcha bajo un ligero viento del nordés vieron la silueta de la torre perfilada al este. Durante parte del día limpiaron la planta baja, retirando sobre todo vigas podridas y restos variados caídos de los pisos superiores. En el centro de esa planta dispusieron una pequeña pira, mojando la parte superior con algo de nieve del exterior: el plan era una pequeña hoguera controlada que hiciera mucho humo para hacer salir a colonia de murciélagos del techo de la torre. Costó cierto tiempo generar el humo y la molestia suficiente, ¡pero el plan fue exitoso! Después despejaron la lareira y la zona de la cocina y trasladaron allí la madera que todavía ardía para comprobar que el tiro estaba limpio.

Luego pusieron sus ojos sobre la trampilla que iba al sótano, accionada por una cuerda con polea. Se miraron, respiraron hondo y levantaron la tapa tirando de la soga. La niebla que salía del interior se disipó levemente al contacto con las antorchas... El frío era intenso e innatural, y el desasosiego crecía en ellos.

Vieron que se trataba de una gran despensa tallada en la roca sobre la que se aguantaba Tyr Melián. Alimentos petrificados con quizá cientos de años todavía reposaban en estanterías y cajas de madera. Al fondo pudieron distinguir unos sarcófagos y una suerte de trono que empezó a brillas con luz enfermiza... 

Jornen en su trono fantasmal
"Esta es mi Torre... yo, Jornen Brazofuerte, la construí con estas manos ¡y nadie invadirá mi hogar!" dijo una voz de ultratumba. Ídril, preparado para lo que se venía, invocó el poder de Caudal y Barro, instando al fantasma de la torre para que se dejara guiar por Cuervo más allá del Velo y soltara el lastre de sufrimiento que portaba. Con una potente orden vio cómo en el rostro del fantasma se dibujaba una duda, pero la ira no desaparecía.

Los enanos se alzan
Dos cadáveres enanos se alzaron portando armas y armaduras oxidadas y atacaron a Ídril y a Tháendan; mientras, Kurt intentaba dar apoyo con sus flechas desde atrás. Ídril logró, con una poderosa orden, transformar al no-muerto en polvo enseñándole además su amuleto de Cuervo. El fantasma intentó atraer el miedo al alma de sus enemigos y golpearlos con su frío, pero los del grupo lograron evitarlo, lo cual dio al druida una nueva oportunidad para purgar al enano y enviarlo a su descanso eterno. Oportunidad que no desaprovecharía.

La niebla se disipó y los no-muertos se volvieron polvo; el fantasma, liberado de la carga que portaba. Tyr Melián era ahora su baluarte.

viernes, 27 de agosto de 2021

Forbidden Lands: Druida Solitario

 Ídril pasó una noche en paz. Notaba cómo su conexión con la naturaleza volvía; la sentía en todo su cuerpo. Almorzaron de nuevo en el Molino Viejo, acompañados por Callus, Hearda y con los pájaros cantando en esa fría mañana. Vermella, la estrella roja, había madrugado con ellos y para Tháendan el elfo era índice de buena fortuna.

Al acabar, charlando dentro del molino, Ídril escuchó un graznido que el resto pareció no oír. Salió fuera a tomar el aire y allí, escrutando al medioelfo y subido en uno de los tejados de pizarra, un cuervo argénteo. Son criatura míticas y extrañas, augures para los druidas. Ídril llenó su cantimplora y siguió al cuervo siguiendo su aleteo hacia el oeste. 

El Cuervo Blanco

Salió del pueblo sin despedirse ni prepararse, dejando la línea del río Meliaguas a su izquierda. Avanzó durante unas horas, siendo "emboscado" por un enjambre de mosquitos cerca del río y, más tarde, por un extraño zorro. Los mosquitos lo dejaron enfurecido; el zorro, intrigado.

El Bosque de Aurakal

El zorro, grande y naranja, descansaba sobre una piedra cerca de la linde de un bosque bastante extenso que ocupaba varias millas desde el río hacia el norte. El cuervo se había internado en el bosque. El zorro sonriendo, saludó al viajero. Ídril supo al momento que se trataba de un demonio, un ser contranatural. Pero prefirió ser precavido y no atacar a la criatura. Con cierta astucia acabó sabiendo que el zorro-demonio se llamaba Grelf y que viajaba por estas tierras sin rumbo. Advirtió que en bosque, llamado Bosque de Aurakal, tal vez estuviera maldito ("y qué no lo está en estos tiempos", bromeó), pero que podría fiarse de las sabrosas castañas de sus árboles. Ídril agradeció la información y los consejos, y pasó mala noche en la linde tras buscar infructuosamente algo que comer y beber, y refugio.

Ídril se interna en el Bosque

A la mañana siguiente, hambriento y mal equipado, se internó en el bosque de Aurakal. Acabaría metiendo algo de tiempo en buscar algo de comer y, por suerte, encontró las famosas castañas de las que habló Grelf. Sin mucha confianza, notó algo mágico en ellas... efectivamente, tenían algo que llenaba el estómago y el espíritu de quien las comiera, sin abusar. Sintió que la suerte regresaba... hasta que un enorme macho de ciervo alzó la cabeza entre la espesura y se encaró con el druida. Éste se vio obligado a subirse a un árbol y alcanzar cierta altura para evitar ser embestido. Fuera de alcance, pero al raso, hubo de esperar varias horas hasta que el ciervo se hartó y cambió de zona.

Entumecido, Ídril bajó del árbol cuando anochecía. Al menos había bebido (acabando su reserva) y comido una de las castañas. Vagó buscando alguna señal, y acabó encontrándola en forma de túnel arbóreo: varias copas se unían formando casi una bóveda de crucería que guiaba a un pequeño claro de bosque en el cual se veían una suerte de vasos canopes. Al fondo, una efigie de Herrumbre de algo más de un metro de alta.

Herrumbre
Examinando los canopes descubrió que eran urnas funerarias de aspecto metálico de elfos, estando varias en mal estado o expoliadas. Los esqueletos, vestidos todavía, se encogían en el interior en un gesto que distaba ser de reposo. Uno de ellos, central en la caótica organización de la necrópolis, se levantó amenazador. Sus ropajes lo distinguían como algún tipo de señor de los elfos. Un gorro frigio adornaba su cráneo, y sus movimientos eran dignos, aunque cadavéricos.

La Necrópolis

Ídril aguantó el miedo y se plantó ante la antinatural criatura, conminándola a volver a la tumba y traspasar el Velo en nombre del Cuervo, de Caudal y de Barro. Tras un angustioso momento de poder, el elfo regresó a su canope, roto en la curiosa forma de un trono truncado, y se sentó. El medioelfo tomó una de las espadas del ajuar, hendida y oxidada y se precipitó contra la impía estatua de Herrumbre, atravesando su cara de chapa metálica. La escultura cayó tumbada y "rota".

El druida notó un cambio enorme en la necrópolis, como de vuelta a la calma y el descanso. Con el rabillo del ojo vio un destello rojizo en el pecho del sedente señor elfo: Vermella, la estrella, se reflejaba en un colgante que antes no estaba allí: un medallón de plata con forma de cuervo. 

Tras realizar un rito respetuoso sobre la necrópolis, Ídril decidió pasar allí la noche en calma. El regreso sería muy duro, y le llevaría casi otro día entero llegar al pueblo, interceptado por unas ventiscas propias del mes de Bajoinvierno. Cuando cayó desfallecido y congelado a las puertas de Boldhome tuvo que ser arrastrado al interior por los pueblerinos. Sus compañeros, preocupados, lo llevaron al Molino entre sermones paternales y sincera preocupación.

Pero Ídril se había demostrado muchas cosas a sí mismo. El medallón de plata del Cuervo sería un antes y un después en sus planes.

Forbidden Lands: Conociendo el Pueblo

En el pueblo causaron mucho revuelo. Aunque la muerte del Guardia de Hierro descolocó a muchos pueblerinos y su equilibrio mental, los invitaron a cenar en el Molino Viejo. Dentro del molino de río la molinera, aparte de su trabajo, cocinaba y atendía tres o cuatro bastas mesas de madera con tocones y banquetas alrededor para sentarse. Una lareira con un gran caldero encima hacía las veces de cocina y caldeaba el ambiente. Comían caliente por primera vez en meses.

En aquel molino los pusieron al día de ciertas novedades. Estaban a mediados de Bajoinvierno del 1158, y los Hermanos de Herrumbre usaban Boldhome como parada y reabastecimiento desde los pueblos de Vivend en su ruta a la mina de Zarakzán. A veces incluso se llevaban a algunos boldhomitas si les apetecía. Berny Elyn, un pelirrojo chaval imberbe, amenizó la cena tocando con dudosa maestría su fiddle.

En medio de preguntas, música y carne deshuesada apareció un hombre mayor entre la multitud. Parecía alguien respetado por los otros, que bajaron la voz y le hicieron pasillo hasta los recién llegados. Barba y melena blanca, corpulento y con mirada escrutadora... ¡era ERELM! Pero era imposible: Erelm había muerto ensartado por los esclavistas en el patio de Zarakzán, ¡lo habían visto!

Callus de Boldhome
El hombre aclaró el enigma: era Callus, el hermano gemelo de Erelm. Se entristeció mucho al saber de la suerte de su hermano, pero no se extrañó demasiado: Erelm era carne de horca desde hacía mucho, un rebelde contra una fuerza imbatible. Entendieron que Callus, estando en contra de Herrumbre y sus secuaces, entendía que la lucha abierta o de guerrillas era inútil. Tras más de sesenta años en este mundo, con su pueblo rodeado por wargos de la noche, la Niebla Roja, esclavistas del sur, Sanguíneos, demonios... cualquiera podría rendirse.

Un tumulto en el exterior los llevó a la calle, desde donde vieron cómo el grifón del Guardia de Hierro salía volando desde el corral de la casa que los de Herrumbre tenían ocupada (y que estaba siendo saqueada por algunos de los pueblerinos). La casa quedó vacía, y el corral de madera y alambre, destrozado. Con el corazón en un puño vieron como la enorme criatura se decidía por el norte y no por el sur. De haber elegido el sur sería muy posible que volviera a los corrales de las ciudades y pueblos sureños, despertando suspicacias entre sus dueños. En el norte lo más probable es que volara a las montañas y se quedara a vivir por allí.

El grifón

El pueblo estaba dividido en muchas opiniones. Algunos culpaban al grupo, otros los trataban de héroes salvadores, otros los ignoraban... 

Boldhome resultó ser un pueblo semidesierto: la mayoría de las casas estaban desiertas porque sus dueños ahora "residían" en Zarakzán. Las casas de piedra y madera, cubiertas de nieve ligera y vegetación, estaban en estados dispares. El suelo, de tierra prensada y alguna losa de piedra, parecía bien cuidado. La empalizada protegía el pueblo, pero las tierras de labranza y varios silos y hórreos estaban en el exterior. Al parecer los wargos de la noche llegaban de vez en cuando desde la Niebla Roja y se llevaban a algún despistado sorprendido por la noche invernal en el exterior.

No parecían mala gente. Sólo gente que llevaba tres siglos aislada, explotada y viviendo en una tensión continuada. 

domingo, 22 de agosto de 2021

Forbidden Lands: Boldhome

 La noche bajo la torre de Tyr Melián, cobijados contra la pared de roca y entre arbustos, fue bastante plácida. Habían cenado decentemente, y el cansancio los derrotó a los tres.

Tyr Melián
A la mañana siguiente se propusieron seguir juntos y explorar la torre. La base, sobre un conjunto de roca, contaba con unas escaleras esculpidas que daban a una estructura firme y sólida de varios pisos; la torre era hermosa y estaba bien construida. Ídril apostaría a que manos enanas habían trabajado en ella. Bajo un soportal de piedra estaba la única entrada visible, una puerta de madera muy gruesa y reforzada de una sola hoja. No había cerradura ni candado en ella... estaba asegurada desde el interior, lo que hacía el acceso imposible sin un ariete y unos 10 asaltantes...

Kurt, el wolfkin, examinó las alturas y vio varios huecos derivados de la ruina por los que podría intentar colarse, cosa que logró con facilidad y garras. Una vez dentro descendió por la escalera de caracol de piedra que surgía de la pared interior de y que iba desde la planta baja hasta el techo de la torre, ayudando a afirmar los diferentes pisos de la misma con vigas de madera, ahora carcomidas o derrumbadas en la planta baja. El lobo abrió la puerta desde dentro y dejó entrar a sus compañeros. 

La torre estaba casi hueca porque las diferentes plantas habían colapsado. Se podía ver desde el suelo de planta hasta casi el techo, varias decenas de metros por encima. Restos lígneos se acumulaban allí, vigas y tablas de los diferentes niveles. En esta planta circular baja había paredes de piedra que separaban ambientes, destacando un pozo de agua que mostraba suciedad en superficie, pero que parecía potable; y una gran lareira que, por el tiro del que disponía, seguramente ayudaría a calentar los espacios superiores de la torre. 

Una lareira de verdad

También hallaron una trampilla a ras de suelo que parecía comunicar con algún tipo de sótano; pero un frío extraño en forma de niebla insana surgía de la trampilla a medida que se acercaban, por lo que decidieron no acercarse a ella demasiado.

Lo que sí exploraron fue las alturas, siguiendo la escalera de caracol de piedra ceñida todo a lo largo de la pared interior de la torre, un gran acierto de ingeniería enana. Cada cierta altura las losas de piedra propiciaban la instalación de una planta con vigas y tablas de madera, pero se veían peligrosas y podridas en el mejor de los casos. Habían estado escuchando un ruido molesto, el eco de murmullo en la cima de la torre. Al subir descifraron el enigma: una colonia de murciélagos se había instalado en el artesonado del techo. Ídril consiguió esquivarlos y acceder a la escalera que comunicaba con el puesto del vigía en la cima. La vista era impresionante desde esa altura... varias millas de panorámica. El pueblo (¿Boldhome?) al suroreste, en la desembocadura del Meliaguas. El extenso mar al sur sureste. Las colinas y llanuras al norte, con la cordillera infinita de este a oeste todavía más al norte, donde estaba la maldita mina de Zarakzán; apenas dos días atrás todavía extraían minerales y rocas allí. Pero, ¿qué era aquéllo?

Ídril, con su vista druídica, vio un pequeño grupo a poca distancia. Eran seis reos atados en parejas entre sí, con un guardia delante y otro detrás. Por la ruta parecía que había salido de Boldhome e iban recto hacia el norte, a Zarakzán... más esclavos. Bajó sin importunar a los murciélagos en su dormitar diurno y avisó al elfo y al wolfkin de lo que había visto. Dispusieron una emboscada rápidamente.

Menos de una hora después, y tras un ataque por sorpresa digno de recuerdo, los dos esclavistas estaban muertos y sus cadáveres saqueados (cantimplora, provisiones, botas buenas, espadas cortas) y escondidos entre la maleza. Los seis prisioneros, asombrados, dijeron venir de Boldhome, al sur. Hasta allí los escoltaron pero, al contrario de una buena recepción, lo que vieron tras el puente del pueblo fue a un Guardia de Hierro golpeando a varios pueblerinos frente a la entrada del gran molino de río del que presumían los esclavos liberados. Parecía estar reafirmando su poder como "gobernador" del poblado dando voces a la molinera y a otros 5 ó 6 boldhomitas. 

Boldhome, en la orilla norte del Meliaguas

Sin mediar palabra Tháendan el elfo y el druida Ídril cargaron contra el Guardia. Kurt apuró una flecha contra su pecho como educada presentación del grupo.

El Guardia de Hierro

El siervo de Herrumbre no se esperaba ni flechazos ni dos certeras estocadas por sorpresa, y aún menos los habitantes de Boldhome que se arremolinaron alrededor del cadáver una vez el grupo acabó su tarea.

Al ver a los liberados no podían creerlo. Llevaban tanto siendo un punto de ruta para Zarakzán que no sabían lo que se les esperaba ahora.

viernes, 6 de agosto de 2021

Forbidden Lands: Evasión.

Que el trabajo en la mina es duro, sucio y hasta la muerte, eso lo tenían claro. La humillación de haber sido capturados para algunos de ellos era enorme, pero sobrellevaban su vergüenza como podían. 

Idril el medioelfo druida
Idril, el joven druida medioelfo, se sentía desconectado de la Naturaleza. Ya no escuchaba a Cauce, la diosa de los ríos, ni las enseñanzas de Barro entraban en él... Perdido y desconectado. 

Kurt, un cazador wolfkin
Kurt, apenas un lobato wolfkin, había visto morir a media manada de forma inconcebible y, en su huida, había sido capturado por los esclavistas. Qué deshonra.

Tháendan, elfo guerrero
Peor lo llevaba el vermello Tháendan. Para un elfo que luchaba por recuperar las tierras ancestrales del Cuervo de manos de los Hombres haber sido atrapado en aquella emboscada, haber perdido su arma y su cota de mallas... era incapaz de descansar tranquilo. Y ya llevaban meses en aquel cautiverio.

La Niebla de Sangre lleva siglos impidiendo que haya una vida normal en el lejano Vivend. Era otro de los motivos por los cuales escapar de allí (donde quiera que allí fuera) era una locura. En el hueco de mina que usaban como residencia, letrina, comedor... ya habían muerto varios compañeros. Orcos, goblins, otros humanos... La Mina de Zarakzán era un matadero y sus esclavistas alderlanders no eran los matarifes. De éso se encargaban el cansancio, el hambre y las enfermedades.

Pero, de algún modo, la llegada de Érelm a su galería fue como un atisbo de esperanza. 

Érelm, misterioso colaborador

Érelm era un hombre, pero durante aquellos días que estuvo con ellos se mostró respetuoso, recto, animoso y afable. Entrado en años (unos 60, respetable para un hombre) pero todavía robusto y ágil tras su barba y melena largas y blancas. 

La mina de Zarakzán
Pasó bastante rápido. Un frío día los destinaron al exterior: limpieza de rocas y recogida de nieve para fundir en la hoguera. Los capataces alderlanders, con sus fustas, vigilaban por encima el trabajo. Érelm sonreía a sus compañeros de galería y hablaba con otros esclavos. Todo era rutina hasta que la empalizada exterior se abrió para dejar entrar un carro cubierto, guiado por un Guardia de Hierro. De pasajero en la cabina vieron a un Hermano de Herrumbre que, cansado del viaje, descendió del carro... los alderlanders se acercaron a saludar respetuosamente al representante de Herrumbre. Kurt aprovecharía ese momento para mezclarse entre trabajadores y acabar sigilosamente, tras los edificios de madera que servían de residencia de capataces y de almacén. Colándose en el almacén encontró nada menos que su arco corto tallado y otros objetos (armas, ropas de abrigo) que serían de utilidad. Hizo dos macutos con sábanas y los sacó al exterior sin que los capataces lo vieran gracias a su extrema precaución. Haciendo señas a Érelm para que viera dónde estaba todo, se dispuso a aprovechar el despiste de los guardas y salir por el portón mal cerrado por la llegada del carromato.

Érelm avisó a Tháendan e Idril, entre otros, y les dijo que fueran a la parte de atrás del almacén donde Kurt había dejado todo el material. Entonces empezó a entonar un cántico extraño y la montaña empezó a temblar... Nieve y rocas empezaron a caer sobre el exterior de la mina haciendo que cundiera el caos. Tháendan llegó veloz y fue capaz de recuperar su espada larga y su camisa de anillos. Cogió sus botas y algo de su ropa y rodeó el edificio hacia donde venía a toda velocidad un guarda con intención de bloquear el portón de empalizada. Lo que éste no supo es que habría de recibir un espadazo élfico desde su flanco izquierdo y un flechazo wolfkin desde el exterior de la empalizada. Idril llegó con su raída túnica y su vara recién recuperada. Dentro varios esclavos estaban luchando contra capataces, y Érelm seguía concentrado, con sus brazos vibrantes, atrayendo el alud de nieve y roca. Pero aquello cesó cuando el guardia de Hierro lo atravesó con su herrumbrosa espada ancha... Érelm cayó sangrando y logró levantar la cabeza para ver cómo sus tres compañeros de galería lo miraban un momento y huían en dirección al baldío, rumbo al sur en aquel atardecer de lunas nuevas.

No sabrían qué pasó en la mina, pero lograron seguir un rumbo estable hacia el sur, sur-este. Idril, invocando sus poderes para ver más allá, les diría a sus compañeros que el mar estaba cerca y que una torre cercana a la costa y un pueblo millas más al suroeste, en la desembocadura de un río, eran los dos lugares que sus ojos veían.

Tyr Melián... ¿Qué secretos esconderá?
Fueron hacia la torre y allí buscaron un lugar cercano para acampar; el afortunado wolfkin conseguiría cazar un jabalí, el elfo un puñado de manzanas y ramos de rúcula y canónicos, y el druida un pequeño manantial natural entre rocas. Cenaron bajo las raíces de un árbol próximo a la torre charlando. La torre, supuso Ídril por sus conocimientos de leyendas de la zona, sería Tyr Melián. El pueblo cercano, en la desembocadura del río Meliagua. Decidieron que habían tenido bastante de todo y los tres se rindieron al sueño, completamente agotados.