domingo, 17 de octubre de 2021

Forbidden Lands: Días de Ocio

Los habitantes de Boldhome estaban en shock. Los tres compañeros habían acabado hacía unos días con un Guardia de Hierro, el gobernador de Boldhome. Algo inaudito, impensable, casi sacrílego. Ahora habían vuelto y no sólo habían matado a otro Guardia: su grifo y nada menos que un Hermano de Herrumbre mutado (ente considerado casi inmortal) habían sido exterminados también. Algún grito aislado desde las casas llamándolos asesinos, pero el silencio era quien dominaba la plaza del pueblo. Callus ordenó silencio, y que limpiaran la plaza de cadáveres. Berny el bardo trajo un carro, y se dispusieron a fundir las armas de os dos cadáveres e incinerarlos en la fragua de Gyles el herrero. El cuerpo del grifo, según criterio de Ídril el druida, no debía enterrarse, sino cremarse en el exterior varias veces; la criatura era el fruto de experimentos impíos demoníacos, y no debía mancillar la tierra ni la fragua. 
La gente permaneció en sus casas, y el grupo se fue con Callus al Viejo Molino. Hearda, la molinera y cocinera, les sirvió unas lentejas calientes y les agradeció su intervención; había sido ella quien había usado las hierbas cromáticas para que el humo de la lareira del molino lanzara destellos de alarma. Callus, avergonzado, reconoció que él no había sido ni tan valiente ni tan resolutivo. 
Callus explicó que en pueblo había gente buena, pero que no querría verse inmersa en un combate contra los de Herrumbre, ni contra los Cuervos de Plata. Los tres compañeros, de todos modos, querían aclaraciones sobre si Boldhome era enemigo de Herrumbre o no. Porque ellos lo eran. A muerte. Desde Tyr Melián ayudarían siempre a sus aliados y amigos. Y cualquiera que se alzara contra Herrumbre era, potencialmente, un amigo.

Durante los días siguientes durmieron con relativa comodidad en la Casa Común (sin la diligencia y atención de Adulf, que estaba en Tyr Melián). Aprovecharon ese tiempo para varias cosas:
  • Tháendan buscó a Gyles, el joven herrero del pueblo (no muy experto, pero entusiasta) para aprender los rudimentos de la herrería.
Tháendan en modo Celebrimbor
  • Kurt practicó en solitario en el exterior de Boldhome el tiro con arco por un lado, y la fabricación de arcos y flechas por otro, con mejor y peor éxito.
Kurt, receptivo a las enseñanzas de Cuervo
  • Por su lado Ídril estuvo aprendiendo nombres y a diferenciar tipos de hierbas con Hearda (con interés por la que dejaba destellos en el humo para las alarmas, pero sin olvidar aquellas óptimas para la cocina). 
También tuvo la oportunidad de pasear por el pueblo por las noches (el encuentro nocturno entre la Niebla Roja con el Sanguíneo de hacía unos días había dejado su mente tocada, y era incapaz de pegar ojo por las noches. Se arrimaba a las casas con intención de escuchar conversaciones ajenas sobre ellos, sobre Herrumbre, sobre los Viejos Dioses... Visitó a los guardias de la entrada, conociendo al joven y devoto Godwy, de 20 inviernos; antes de que el regente del pueblo muriera a manos del grupo estaba a punto de casarse con su enamorada, Elis. Con todo el revuelo posterior habían tenido que posponerlo. Además, la madre de Elis, una mujer de unos 50 inviernos llamada Elyn, estaba enferma de huesos y músculos. 

Ídril decidió visitarla uno de esos días. La reconoció al instante: había sido una de las que miraban mal al grupo por "alborotadores" y "asesinos". No creía en Herrumbre, pero prefería vivir de rodillas a ver a su hija y a otros jóvenes del pueblo morir de pie o en las minas de Zarakzán. Lo de vivir de rodillas es una expresión: la pobre mujer hacía meses que casi no se podía levantar de la cama. Ídril mantuvo una corta conversación teológica y sobre jóvenes enamorados con la mujer en privado, mientras Elis y Godwy se quedaban fuera de la casa de piedra. Minutos después los dos jóvenes no salían de su asombro: El medioelfo salía con Elyn del brazo, caminando, al exterior de la casa. El druida les dijo despreocupadamente "venga, vamos a pasear". Con una abrigosa estola sobre los hombros la mujer, sonriendo, volvía a andar sobre las piedras de Boldhome. Los vecinos no daban crédito. Se formó una pequeña comitiva que los seguía. Caminaron desde la casa, en la plaza del pozo, hasta el Viejo Molino, a la salida del pueblo. Ídril hablaba sobre Godwy, y Elyn confirmaba que era buen muchacho, el mejor para su pequeña Elis. Había cuidado de ellas desde el fallecimiento de su esposo, y nada la haría más feliz que que se casaran. Ídril siguió guiando a la mujer y a casi todo el pueblo en ese mediodía limpio y fresco hacia el exterior del pueblo. Acabaron llegando hasta los campos de cebada, a un antiquísimo círculo de piedras bajas (donde antaño se reunían para sentarse en las piedras los campesinos y decidir qué se plantaba y cuándo).
Allí, en ese lugar sagrado, Ídril completó casi improvisando, un ritual de emparejamiento para Elis y Godwy. El medioelfo había curado a la mujer y unido al pueblo en un momento de alegría: dos milagros en un día. Sin duda Cuervo sobrevolaba aquel lugar.
Casi toda Boldhome los había seguido, incluyendo a Tháendan (que había dejado la forja con Gyles al ver el revuelo) y Kurt (que había parado de entrenar fuera del pueblo). Elfo y wolfkin, desde la distancia y con las cejas arqueadas, miraban la ceremonia... "Así que así es como se arrejuntan los humanos. Pues qué curioso". 

Ídril, ¿nuevo párroco druídico de Boldhome?

A lo que sí se unirían, claramente, fue al convite posterior en el Viejo Molino, donde Hearda repartió cerveza de cebada para todos.

domingo, 10 de octubre de 2021

Forbidden Lands: Retorno a Boldhome

Se levantaron temprano para poder salir del bosque con día. Kurt guiaba, e Ídril aprovechó para apañar algunas de esas castañas de Aurakal que tan bien le habían venido en la otra ocasión: ¡alimento para un día!
Regresaron esta vez buscando la ruta hacia Boldhome, porque querían reunir más información sobre cierta caravana que vendría del sur (del pueblo de Ribadelya) con esclavos y alimentos. Su plan era emboscarla y tomar lo que en ella hubiera. Serí bueno contrastar datos con Callus y demás gente. En la distancia vieron ya las humeantes chimeneas de la aldea, elevadas sobre la empalizada. Pero percibieron algo extraño: el huma de una de ellas (tal vez la del Molino Viejo) era de un gris diferente... incluso en la luz del ascenso del sol matutino se adivinaban brillos en ese humo. 
Evell, en Tyr Melián. les había contado dos noches atrás que en Boldhome se usaba una hierba para señalar alarma: se secaba, se machacaba y, al echarla al fuego, añadía matices brillantes que no llamaban la atención del lego, pero que ponían sobre aviso al que estaba alerta sobre el asunto.
Recordando ésto, Ídril recomendó cautela. Se acercaron furtivos a la empalizada y se ayudaron a salvar y poder asomarse sobre los casi tres metros de empalizada. Kurt, más ligero, se subió sobre Tháendan, de dos metros y muy robusto.
Al otro lado vio el interior del pueblo. Boldhome tiene forma de llave, con un cuerpo circular por el lado oeste (lo que sería la medalla de la llave) con un pozo central rodeado de varias casas, y una línea de camino hacia el este (la pluma de la llave) jalonada de edificios hasta el Viejo Molino y el puente de entrada, que mira al este hacia Tyr Melián.
La entrada este o del puente, con el río al sur
En esta zona del pozo Kurt pudo ver a un enorme grifo con una silla de montar doble, y las espaldas de un Guardia de Hierro y de un Hermano de Herrumbre, que miraban al interior de la media luna que formaba la mayor parte de la población de Boldhome. Casi todos estaban con una rodilla hincada mientras el Hermano soltaba una letanía y movía un incensario humeante de manera simbólica sobre la gente. Vieron a Callus, a Berny y a otros del pueblo, todos de rodillas mirando al suelo.
Pensaron rápido un plan, y se dirigieron al este rodeando por el norte (al sur está el río), hacia la única entrada del pueblo: el puente. Allí un par de muchachos armados con varas les impedían el paso. Era peligroso, los de Herrumbre matarían a sus familias si permitían que ellos se presentaban en el pueblo. Al final, de un modo u otro, pasaron. El plan era Kurt al norte con su arco entre las casas, Tháendan al sur también escondido hasta el momento de cargar hacia el pozo. Ídril, con su túnica y su máscara de cuervo avanzaría por la calle principal hacia el oeste hasta encontrarse con la gente en el pozo también.
Boldhome
Cuando el Guardia vio al medioelfo llegar por el medio de la calle ató la rienda del grifo al arco metálico del pozo. Su guantelete se posó en el pomo de su espada. El Hermano detuvo su letanía de admonición y perdón, y observó al recién llegado. Tras una breve discusión entre el medioelfo y el sacerdote, el primero invocó un hechizo de serenidad, instando al Hermano a tirar sus armas y a arrodillarse ante él. El Hermano dudó, resistiendo con todas sus fuerzas el poder del hechizo... él también conocía el poder de los dioses. Kurt, oculto a varios metros tras la esquina de una casa y Tháendan, que llegaba andando a paso vivo (para que los pueblerinos no se asustaran si llegaba corriendo, alertando al Guardia de Hierro) por la espalda de sus enemigos. 
El Guardia de Hierro
La flecha de Kurt casi impactó entre el yelmo y la malla de hierro del Guardia, que se llevó una mano al cuello y otra a la espada. Tháendan desenvainó la espada rota, e impactó de lleno contra el flanco del ya herido Guardia, derribándolo. El choque de voluntades de Ídril y el Hermano se resolvió cuando éste último gritó y cuatro brazos (dos de ellos armados con espadas cortas) asomaron bajo su enorme capa... "¡cosas de demonios!" exclamó el medioelfo. 
Herrumbre da a los Hermanos extrañas habilidades
El combate continuó con el Guardia desangrándose en el suelo, intentado volver al combate; Tháendan y Kurt centrándose en el Hermano, mientras Ídril (de constitución más frágil y menos dado al combate físico) intentaba cubrirse de los ataques como podía. Callus, el líder de facto de Boldhome, se alzaría empuñando una daga entre la espantada gente del pueblo que intentaba refugiarse en sus hogares. Los ataques combinados acabarían con el Hermano en el suelo apuñalado y con flechas en su espalda. 
El nervioso grifo, que llevaba todo el rato intentando librarse de las riendas para huir del lugar, logró romper las tiras de cuero e inició el vuelo... pero Kurt el wolfkin no lo permitiría, y un muy preciso disparo entraría con la tripa de la criatura que, renqueante, descendería a tierra de nuevo entre el grupo de combatientes. Tháendan e Ídril no se esperaban demasiado la llegada de este nuevo enemigo, que lanzaba garrazos a diestra y siniestra con sus patas delanteras de águila. 
Los grifos de Herrumbre
De poco le sirvieron, pues la destreza del elfo con la espada (capaz de sortear la armadura de su rival) y del wolfkin con el arco (muy hábil en buscar el lugar preciso para dañar a sus blancos) fueron letales en cuestión de pocos segundos.
Cuando todo terminó en la plaza del pozo sólo estaban ellos, Callus y los cadáveres de los dos siervos de Herrumbre y del grifo manchando de sangre la piedra del suelo. Sin aliento, se miraron unos a otros. 

Habría que valorar qué demonios significaría esta acción en su devenir.

viernes, 8 de octubre de 2021

Forbidden Lands: Ordenamientos

Llegaron de vuelta sin demasiados problemas en menos de media jornada a la Torre, ante la cual había acampado dos ogros. Adulf, desde una de las saeteras gritaba "¡ahora sí que os va a ser hora, garrulos!". Los tres compañeros se prepararon para el combate.

Los dos ogros acusaron a Evell de no permitirles la entrada. Sólo querían algo de cerveza de Boldhome (seguro que alguna escondían en la torre) y pasar un buen rato. Y la mujer no se lo había permitido. Aquello encendió los ánimos. Kurt rodeó la torre y la subió por detrás para tener a los ogros a tiro de arco desde una posición elevada. Tháendan desenvainó y cubría a Ídril. El medioelfo prefirió usar sus habilidades mágicas... calmó a los dos ogros con un hechizo de serenidad, convenciéndolos de que se retiraran sin demasiados alborotos. Los dos ogros cedieron gracias a la magia, acusándolos de ser unos carcas y unos aburridos, además de ser unos listillos de orejas picudas. Pusieron rumbo norte y se perdieron en la lejanía.

Evell agradeció la intervención, ya que llevaban un par de días cerrados en la torre con los ogros en el exterior. El grupo reconoció que madre e hijo habían actuado correctamente.

Cenaron, descansaron, forrajearon los alrededores, cazaron un ciervo que Evell prepararía... estaban en casa. Pero faltaba visitar de nuevo el Aurakal.

Una fresca mañana de mediados de Bajoinvierno pusieron rumbo al bosque de Aurakal, evitando Boldhome para no retrasarse. Los tres amigos tardaron menos de media jornada en introducirse en el tupido bosque de coníferas. Gracias a los recuerdos de Ídril, que ya había estado en la zona, llegaron al pórtico de ramas que servía de entrada a la necrópolis. Allí, en un silencio reverente, observaron las vasijas campaniformes donde los restos de los elfos reposaban. Kurt acabaría encontrando un pequeño osario wolfkin, como si ambas especies hubieran luchado juntas y se les reservara un lugar junto a sus aliados elfos. 

El "Rey Sedente"

Tháendan examinaba al "rey sedente", esa figura regia que parecía sentada en la vasija que, rota ya por un lado, contenía sus restos. No tenía sentido... los elfos no "morían", no entendía qué pudo llevar a esos ancestros a ser enterrados... ¿y sus rojas gemas? ¿Robadas? ¿Extirpadas? Aquellos hechos merecían ser investigados. Mientras pensaba en eso, el rey se levantó y lanzó varios mandobles contra el elfo. Tháendan los esquivó y se preparó para desenvainar a Rot Ode, su espada rota de sílex. El combate se alargó y requirió un esfuerzo extremo al elfo, pero logró derrotar al no muerto. Nadie percibió nada, y Tháendan se vio inclinado sobre el cadáver del rey elfo como unos minutos atrás... había sido como una ensoñación. La diferencia principal fue ver cómo, en el cuello del cadáver, había aparecido un colgante de plata con forma de cuervo como el que Ídril llevaba con orgullo.

Rot Ode, la espada rota

Kurt, al mismo tiempo, registraba las tumbas wolfin. Con su espada removía el suelo para ver si encontraba algo curioso, y se detuvo al desenterrar los restos de una tira de cuero decorada con unas largas escamas de colores. Era un adorno para atar en la unión del brazo con el hombro, al estilo wolfkin. Su padre llevaba uno igual, recordó. Pero su padre había muerto hace meses, a manos de los Guardias de Hierro de Herrumbre y aquella sacerdotisa de Heme. 

Un brazo agarró el suyo, surgido del interior de la tierra. El corazón casi le salta del pecho al ver surgir del barro un esqueleto que agarró su zurrón y salió corriendo hacia el bosque. Kurt lo persiguió a la caza, dando con él varios minutos después. Logró subir a un árbol y derribarlo de un flechazo en el cráneo. Cuando se acercaba a recuperar sus cosas apareció de entre los árboles un enorme avatar de la cazadora Heme, riéndose de Kurt y de su familia. Incapaz de aguantar las burlas, intentó el ataque, pero Heme era poderosa y temible. Kurt desesperó, pero un enorme cuervo cayó en picado sobre la diosa, rasgándole la cara y arrancándole los ojos y el rostro hasta el hueso: Kurt cargó su arco y la flecha atravesó la cabeza despellejada, cayendo el cuerpo inerte sobre la hierba. El cuervo, posado en una rama, movió su cabeza en símbolo de respeto y reconocimiento hacia el wolfkin. Y entonces despertó con el abalorio de cuero y escamas en la mano. En el rey sedente apareció un nuevo amuleto, esta vez para Kurt. Habían superado la prueba.

Al poner en común estas ensoñaciones Ídril explicó que su prueba había sido realmente física, mientras que las suyas habían tenido lugar en el espacio de la mente. Quizá la estatua de Herrumbre había dado poder físico a los no muertos, mientras que al romperla y desecrarla las pruebas habían pasado a ser en una lucha mental o espiritual de algún modo. 

Asintiendo serios con los amuletos en la mano decidieron que lo mejor sería acampar en ese mismo lugar.