miércoles, 8 de diciembre de 2021

Forbidden Lands: Comercio

En los dos días siguientes un cantero y constructor llamado Cervus que estaba entre los prisioneros que iban a ir a Zarakzán viajó con Kurt en una de las carretas tiradas por lévog a Tyr Melián para valorar próximas obras y construcciones. En el pueblo Tháendan e Idril estuvieron hablando con los habitantes de Boldhome de diversos temas para obtener más información de los alrededores.
Descubrieron que los sureños atravesaban el río Meliaguas al sur del Aurakal en unas planchas de tablas montadas sobre grandes barriles flotantes. Los sureños tendían esos ingenios sobre el río y podían salvar la longitud del caudal de unos 40 yardas fácilmente con la carga que traían en varios viajes. Decidieron destruir esas embarcaciones.Esperaron el regreso de Kurt y fueron allá juntos.
De camino, montados en sus gusuks, se encontraron con el zorro anaranjado llamado Grelf, conocido de Idril. El zorro-demonio advirtió al medioelfo de que por el río podían venir enemigos o amigos, o gente traída por engaños.
Grelf
Al poco, en la creciente oscuridad del atardecer, vieron una lancha plana bajando con cuatro humanoides: un sureño, un medioelfo, un orco vestido como un humano y un norteño. Los cuatro hicieron encallar su balsa con mercancías contra la orilla donde estaban los Cuervos escondidos. 
Tras un fuerte encontronazo descubrieron que se trataba de un grupo de comerciantes de un poblado llamado Halford, al oeste río arriba. Comerciaban en este punto con las gentes de Boldhome, o eso pensaban. 
Al poco, haciendo señales en la oscuridad con una antorcha, apareció alguien hacia en norte: una carreta con un viajero. Los de Halford dijeron que era su contacto. Los tres Cuervos lo reconocieron al instante, embargados por unos fuertes sentimientos de cólera: era un de los guardas esclavistas de Zarakzán. Lo capturaron sin problemas y, efectivamente, era uno de los hombres de Darru, el "jefe" de los guardas de al mina.
Darru, el odiado jefe de los guardas de Zarakzán
Los de Halford no entendían en qué estaban metidos. Ellos sólo traían mercancías desde el oeste, pensando que era comercio legítimo. El guarda de la mina, presionado, reveló que compraban joyas y metales preciosos porque los necesitaban en la mina para ciertos experimentos que no supo concretar. Una de esas joyas resultó ser un Corazón de elfo que Tháendan guardó para sí. 
Los Cuervos dejaron que los de Halford fueran en carreta a Boldhome, mientras al esclavista lo llevarían atado de puños, tirado desde la silla de sus gusuks. Pero primero quemaron los artilugios que los sureños usaban para cruzar el Meliaguas, afianzando su frontera natural con las Tierras de Entrerríos al sur.

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