domingo, 21 de noviembre de 2021

Forbidden Lands: Purgas

Después del descanso, en el cual Kurt mantuvo la guardia, decidieron atravesar el portal en forma de boca que se abría con la llave de plata. Dentro encontraron una nueva sala con una tarima de piedra semicircular al fondo sobre la cual reposaba un nuevo sarcófago.

Tras esquivar un par de trampas de losa, pero activándolas para desconectar un mecanismo de cierre en la tapa del sarcófago, subieron a la tarina y examinaron el interior del sepulcro: una momia de, tal vez, un wolfkin, reposaba tranquilo sujetando una pequeña caja de madera sobre el pecho. Ídril se la retiró, dándole gracias y deseándole un buen descanso.

La verdad, tras su experiencia con sepulcros, se extrañaron de que no apareciera un fantasma o que la momia no se alzara contra ellos. Casi fue una novedad que el muerto se quedara... muerto. Al parecer su habitante había sido un wolfkin druida, miembro seguramente de los Cuervos de Plata.

La caja, de una madera noble tallada, contenía una tablilla de ¿obsidiana? gravada con un alfabeto antiguo que Ídril conocía. Hablaba del clima, canciones, viento, nubes. La guardó para más adelante. 

La tablilla
Tháendan quiso curiosear más en el tapiz. Allí se veían escenas con la espada rota (en el tapiz completa), y observó que era una espada larga con una gema en el puño. Ya tenía el filo completo (sin montar), pero faltaba la gema. Vio que en el tapiz la criatura parecida a un gato-reptil-murciélago parecía ayudar a los enanos a forjar la espada con su fuego. Pero en la escena siguiente... ¿estaba siendo atacada? Era difícil entender el tapiz sin saber más sobre cultura enana.

¿Qué eres?

Salieron al exterior por primera vez tras dos noches dentro de la cripta, a media tarde. Fue salir y sus colgantes de plata con la efigie del cuervo empezaron a "inocularles" una sensación de peligro y premura, como un daño que estaba al oeste de allí... ¿Tyr Melián? ¿Boldhome? Miraron todo lo que les quedaba por explorar al norte y este, pero aquéllo tenía relación con la magia de los colgantes que Ídril había descubierto tiempo atrás: avisaban a cualquier miembro de los Cuervos de Plata de si alguno de sus compañeros en la distancia estaba en dificultades graves.

Extrañas cualidades guardan estos colgantes de plata

Decidieron volver para ver qué ocurría, pero se dieron cuenta de que tardarían, lo menos, dos días largos o quizá tres en llegar. Otra opción era ir a la comuna de Harick (a pocas hora de su localización) y coger allí unos gusuks para luego, al galope, llegar con suerte a la noche siguiente forzando la marcha. Conociendo la información sobre Harick que los goblins de los Huesos Huecos les habían contado no sabían muy bien cómo actuar.

Llegaron, forzando la marcha a tope, a medianoche ante las casas de la comunidad. Sigilosamente, y sabiendo que todos se hallarían en la casa común, entraron en los otros edificios, que estaban cerrados con nudos complejos. Tras una corta pesquisa entraron en un edificio de tejado a ras de suelo, un subterráneo, perfecto para conservar carne en invierno. Carne de corzo colgaba de ganchos... junto a piernas de orco y goblin. Cabezas de ambas criaturas reposaban en una cesta.. pero con un par de cabezas humanas también. Ídril, enfurecido, se preguntaba por qué Cuervo le había permitido traer a Harick de entre los muertos sabiendo que era un ser tan vil. Usando sebos y aceites que allí se guardaban plantó fuego al lugar.

Al poco salieron los familiares de Harick, gritando "¡fuego, fuego!" y se detuvieron de golpe al ver al wolfin, al elfo y al semielfo ante ellos. Harick negó las acusaciones, y acusó al druida medioelfo de ser el causante de la Niebla de Sangre y de que los demonios campara a sus anchas por el mundo. Ídril lo agarró y lo arrojó dentro del edificio. Tras una corta discusión, lo encerró allí para ser purgado.

Kurt y Tháendan, con las armas listas, mantenían a raya al resto. Tháendan, al que esos humanos poco importaban, tenía una mirada que les dejaba a todos claro que podría rajarles las gargantas sin pesatañear. Incluso los fogosos jóvenes del grupo mantuvieron la distancia y los garrotes bajos.

Al poco regresó Ídril, que tejió en la urdimbre un hechizo que calmó los ánimos y convenció a todos los humanos de que aquéllo era necesario. Los había salvado a todos. Cuervo había aceptado su sacrificio en carne: Harick había sido un pago en compensación por todas las monstruosidades. Weston, el anciano de la aldea, se dejó invadir por ese sentimiento. Todos, de hecho. Juraron lealtad a Cuervo.

El grupo pidió los gusuks, y partieron al sureste a galope tendido, con la promesa de regresar. Asuntos urgentes debían ser atendidos en Boldhome.

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