En 1998 mi grupo de Compostela estaba compuesto por cuatro amigos
(dos amigos y dos amigas) y yo. Nos turnábamos dos a dirigir, pero
el otro máster tuvo que volver a Ferrol urgentemente y nos quedamos
los cuatro conmigo como máster. Empecé entonces otra crónica de
Vampiro (habíamos estado jugando en la actualidad en Nueva Orleáns,
y ya habíamos terminado) en Venecia en el siglo XVI. Eran partidas
con dos novatas que entraron de lleno en esto del rol (Ana y Cheti), y un veterano
que sabía llevar muy bien la partida (Fran). Fue una crónica
impresionante, de la que guardo muy buen recuerdo. Tuvo una
mini-resolución, pero nunca la acabamos realmente (y ya sería
imposible juntar a aquel grupo).
Normalmente quedábamos a las 16:30, esperábamos a estar todos y
solíamos empezar en serio sobre las 17:30. Hubo un día que paramos
de jugar a las 8h del día siguiente. Lo normal era dejarlo sobre las
cuatro o cinco de la mañana. Tomábamos cafés, preparábamos algo
de cenar pero eran casi todas horas de juego real y con escenas
bastante intensas que requerían mucha concentración (además eran
escenas en las que todos estaban atentos: si la acción sólo era
para un jugador, los otros dos estaban pendientes de lo que sucedía).
Casi sin dados y con mucha interpretación.
Pocas veces después pude jugar tantas horas seguidas, y con tanta
calidad de rol.
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