Supongo que las partidas que durante tres cursos jugué en el
instituto en muchos recreos de poco más de 20 minutos no cuentan
(aquello parecía ajedrez rápido).
Desde hace tiempo tengo una campaña postapocalíptica con sistema
interlock, que empecé con tres grupos distintos y que sólo con uno
avancé más de dos partidas. En una de las ocasiones uno de los
jugadores debía venir de discutir con la novia y fue llegar y
joderlo todo en la primera partida. Mala suerte. En otra ocasión fue
por la mala elección de pjs por parte de algunos jugadores, que no
se sentían cómodos y tuvimos que parar. Mala suerte de nuevo.
Recientemente preparé una campaña de La Leyenda de los Cinco
Anillos en la que invertí varias horas de planificación basada en
gran medida en los trasfondos de los personajes, en una época en la
que los Escorpión habían intentado hacerse con el Trono de Jade, y
el último heredero Hantei era tan sólo un crío. Los pjs eran de
clan, pero caso ronin; habían llegado al territorio del Clan Neko,
un clan menor en cuyas playas el barco que llevaba a ese crío de
marras había encallado.
Pasamos más tiempo discutiendo qué haría o no un samurái en esta
u otra situación, que jugando. Creo que, tiempo de juego real,
serían dos horas y poco en dos sesiones. De nuevo, mala suerte y mal
entendimiento entre jugadores y máster. Una pena.
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