En esta ocasión todos estaban de su lado. No hubo facciones del pueblo en contra de los Cuervos. Se aprehendieron las provisiones de los carromatos y se atendió a los heridos lo mejor posible. Las armas se llevaron al Molino Viejo junto a los alimentos que tenían por objeto abastecer la mina de Zarakzán. Se distribuirían poco a poco de forma supervisada.
Los esclavos que llegaban del sur (cerca de 10) eran, por un lado, ailanders norteños que residían en Ribadelya (una pequeña ciudad al sur cruzando la Tierra de Entrerríos) y. por otro lado, había dos goblins que habían sido capturados en algún lugar.
Descubrieron que la avanzada tenía órdenes de matar a los Cuervos de Plata por orden de Taddeus, un hermano de Herrumbre que gobernaba en Ribadelya como representante de la ciudad de Falender.
Falender, hasta donde averiguaron, era una ciudad que había quedado abandonada a la llegada de la Niebla de Sangre; los alderlanders sureños guiados por la fe a Herrumbre y la capacidad de sus siervos para no ser devorados por las criaturas de la Niebla la habían repoblado desde hacía un tiempo. Ahora buscaban dominar el comercio del norte hacia Vivend y Lejano Vivend, teniendo a Ribadelya de punto de reabastecimiento y a Boldhome como puente hacia Zarakzán.
De los goblins, que temían por su vida, sacaron también información. Los tranquilizaron asegurándoles que no eran enemigos, y les hablaron de Gugmo, el líder de la banda de Huesos Huecos con los que parlamentaron en las Llanuras del Dolor días atrás. Los goblins les hablaron de Uraz, el líder de los Huesos; y de la villa de Vorsinghall (un lugar donde convivían varias razas no humanas en cierta armonía) al extremo este, casi en la costa. Desde allí, dijeron, podrían hacer comercio con los Pueblos del Mar y con el propio clan del Hueso Hueco.
Cerca estaba el Día del Despertar, primer día de la primavera. Habría que hacer una gran fiesta para celebrar todo esto.
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