Othar y Lámorak fueron arrastrados por la corriente subterránea, cayendo en un pozo profundo del que salieron a duras penas y al cabo de varias horas.
Por otro lado, Ahnvae despertó en una jaula de juncos, colgando a unas 20 varas del suelo. Su jaula hacía un semicírculo junto con otras, a distancias equivalentes, todas mirando a un gran árbol ante el cual estaba la criatura astada y seres humanoides vestidos con túnicas cerca de una roca lisa ensangrentada. Sus armas no estaban, pero no carecía de recursos. El las jaulas de alrededor, otras víctimas (gentes de Walkenburgo), resignadas al sacrificio ritual.
Consiguió salir de la jaula, justo cuando también llegaban sus dos amigos, que hacían descender la jaula (¿cómo? os preguntáis. Ahnvae también). La criatura había desaparecido para entonces, y el mandoble de Lámorak y la espada curva de Othar cortaban cultistas por igual. Ahnvae consiguió recuperar su daga-murciélago y descubrió extrañas capacidades en ella (como clavarla en un enemigo, absorber su vida y, mágicamente, curarse con la energía robada). Por otro lado, su espada de madera estaba de pie en el suelo, enraizada al mismo. Othar y Lámorak habían encontrado el camino hacia su amigo siguiendo un rastro de hiedra que los guiaba desde el río al bosque... descubrieron finalmente que era la espada de madera (a la que Ahnvae llamaba despectivamente "Palo") la que los había guiado hasta allí: la vieron clavada en el suelo generando esos zarcillos de hiedra.
Se enfrentaron juntos a los cultistas y acabaron con la criatura astada tras un duro combate.
Volvieron al pueblo y se encontraron con muchos problemas: el burgomaestre huyó ante sus narices cuando iban a purificarlo por las llamas; tomaron el farol con el que descubrían si los visitantes eran malvados o no, y descubrieron que contenía la cabeza de San Cuthbert de Bors... Por otro lado descubrieron el modo en que se abastecía Walkenburgo...
En el sótano del ayuntamiento había un portal dibujado en la pared, con un pedestal con tres piedrecillas en una disposición no muy diferente al "tres en raya"; al manipularlas y colocarlas en formas diferentes se abría un portal a otro lugar. Es más, en una ocasión se abrió y de él surgieron varios golems que empujaban un vagón con comida y otros materiales necesarios. Dudaron en seguirlos, pero al final prefirieron esperar.
Lo más curioso es que al aparecer los golems todos los habitantes de Walkenburgo se quedaron anonadados mirando la luna llena, sin capacidad de reacción, y hubo como una sacudida en la Realidad que hizo ¡que varios habitantes muertos reaparecieran, como Heron!
Finalmente se enfrentaron a Strigoi los tres juntos, derrotándolo no sin dificultades; pero su muerto condenó al plano donde Walkenburgo estaba contenido: todo comenzó a quedar absorbido por el lugar de fallecimiento de Strigoi, como un gran tapón suelto que permitía que toda aquella realidad fuera succionada.
Escaparon, rescatando a cuantos pudieron, abriendo el portal a otros mundos bajo el sótano del ayuntamiento... Sin saber dónde estaban, exploraron el lugar.
Era como un nexo, un punto de forma circular con unas montañas altas que impedían salir de la circunferencia. En el medio exacto, un edifico enorme con varios pisos de altura y cuatro arcos (uno apuntando a cada punto cardinal. Poblado únicamente por golems (cada uno con uno de los cuatro símbolos que habían visto con anterioridad), la única función de éstos era cuidar del ganado, sembrar y recolectar todo tipo de cultivos de alrededor del edificio, y almacenar materiales. De este lugar partían regularmente cargamentos para Walkenburgo, y por lo que pudieron descubrir por un resucitado Heron había una "familia" por cada símbolo: Strigoi, Óphir, Draugr y Vrolok.
Esos cuatro habían sido siervos de Véndegor, el hechicero no-muerto, pero habían conseguido engañarlo y expulsarlo al plano de Faerun. Allí, según descubrieron, había engañado a los nezherinos con falsas promesas, y lo había adorado como a un dios. Pero un grupo de héroes, usando unos cristales especiales, había conseguido encerrarlo en la Tumba del Campo de Túmulos que el grupo, en su inocencia juvenil, había abierto por error.
Recuperar los cristales y derrotar a los antiguos secuaces de Véndegor iba de la mano, así que pusieron manos a la obra abriendo un nuevo portal aleatorio desde el "tres en raya" del Nexo: esta vez lo que se vislumbraba desde el portal era arena y calor. Sin dejarse vencer por las dudas, atravesaron.
(En esta tanda, a principios de abril, creo, pasamos de ACK a Symbaroum)
Se enfrentaron juntos a los cultistas y acabaron con la criatura astada tras un duro combate.
Volvieron al pueblo y se encontraron con muchos problemas: el burgomaestre huyó ante sus narices cuando iban a purificarlo por las llamas; tomaron el farol con el que descubrían si los visitantes eran malvados o no, y descubrieron que contenía la cabeza de San Cuthbert de Bors... Por otro lado descubrieron el modo en que se abastecía Walkenburgo...
En el sótano del ayuntamiento había un portal dibujado en la pared, con un pedestal con tres piedrecillas en una disposición no muy diferente al "tres en raya"; al manipularlas y colocarlas en formas diferentes se abría un portal a otro lugar. Es más, en una ocasión se abrió y de él surgieron varios golems que empujaban un vagón con comida y otros materiales necesarios. Dudaron en seguirlos, pero al final prefirieron esperar.
Lo más curioso es que al aparecer los golems todos los habitantes de Walkenburgo se quedaron anonadados mirando la luna llena, sin capacidad de reacción, y hubo como una sacudida en la Realidad que hizo ¡que varios habitantes muertos reaparecieran, como Heron!
Finalmente se enfrentaron a Strigoi los tres juntos, derrotándolo no sin dificultades; pero su muerto condenó al plano donde Walkenburgo estaba contenido: todo comenzó a quedar absorbido por el lugar de fallecimiento de Strigoi, como un gran tapón suelto que permitía que toda aquella realidad fuera succionada.
Escaparon, rescatando a cuantos pudieron, abriendo el portal a otros mundos bajo el sótano del ayuntamiento... Sin saber dónde estaban, exploraron el lugar.
Era como un nexo, un punto de forma circular con unas montañas altas que impedían salir de la circunferencia. En el medio exacto, un edifico enorme con varios pisos de altura y cuatro arcos (uno apuntando a cada punto cardinal. Poblado únicamente por golems (cada uno con uno de los cuatro símbolos que habían visto con anterioridad), la única función de éstos era cuidar del ganado, sembrar y recolectar todo tipo de cultivos de alrededor del edificio, y almacenar materiales. De este lugar partían regularmente cargamentos para Walkenburgo, y por lo que pudieron descubrir por un resucitado Heron había una "familia" por cada símbolo: Strigoi, Óphir, Draugr y Vrolok.
Esos cuatro habían sido siervos de Véndegor, el hechicero no-muerto, pero habían conseguido engañarlo y expulsarlo al plano de Faerun. Allí, según descubrieron, había engañado a los nezherinos con falsas promesas, y lo había adorado como a un dios. Pero un grupo de héroes, usando unos cristales especiales, había conseguido encerrarlo en la Tumba del Campo de Túmulos que el grupo, en su inocencia juvenil, había abierto por error.
Recuperar los cristales y derrotar a los antiguos secuaces de Véndegor iba de la mano, así que pusieron manos a la obra abriendo un nuevo portal aleatorio desde el "tres en raya" del Nexo: esta vez lo que se vislumbraba desde el portal era arena y calor. Sin dejarse vencer por las dudas, atravesaron.
(En esta tanda, a principios de abril, creo, pasamos de ACK a Symbaroum)
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