sábado, 8 de agosto de 2015

Algo está podrido #5: Convergencia y Colisión

Chuck se bajó de la furgoneta casi en marcha, miró a Chancellor y le dijo "No me sigas" con una mirada llena de ira contenida. 

Todo había sido rápido y precipitado; un mal plan y una peor ejecución. Buf, mala selección de palabra. Ejecución

Claro que habían encontrado el contenedor, y por supuesto que vieron cómo lo cargaban unos estibadores bajo la supervisión de unos rusos de jersey gordo. El camión salió del puerto y, en la oscuridad de una calle poco transitada Chuck plantó la furgoneta delante. Chancellor salió por el asiento del copiloto y bajó a golpes de culata al conductor del trailer. Chuck bajó y rodeó de frente para bajar al acompañante. Escuchó al conductor gritando a Chancellor. Lo típico, ya sabes... "no sabes con quién te metes", "pero tú sabes quién soy yo", "estáis muertos"... La detonación sobresaltó a Chuck, que soltó al acompañante (al que había noqueado), para rodear por el frente de nuevo y ver los sesos desparramados del ruso sobre el pavimento. Miró a Chancellor, que iba a abrir el cargamento, boquiabierto. Tras una carga falsa de televisores, que el viejo tiró fuera, había un falso fondo. Chancellor pasó de las quejas y murmullos de Chuck y le dijo que abriera el candado que cerraba una especie de puerta-escotilla. Al empujar la puerta el olor hizo que se echaran atrás: apestaba a excrementos y a humanidad.... dentro había unas 10 chicas, todas altas, rubias y con cuerpos esculturales que rezumaban sudor a pesar del frío de la calle. Aquel contenedor era un horno.

Las sirenas los pusieron en marcha. Se largaron. Se esfumaron. Dejaron todo aquello como estaba:  chicas dentro, sesos fuera, y el acompañante... eh! ¿Y el acompañante? Al bajar del trailer de un salto Chuck se tragó un navajazo en el costado. La verdad es que la chupa de cuero de cremalleras se tragó la peor parte, pero el susto fue de muerte. El chico salió corriendo al instante, y Chancellor apuntó con su 45. Chuck lo desequilibró lo suficiente como para que fallase el tiro. Frustrado, el viejo empezó a toser. Ya en la furgoneta los tosidos fueron a peor, y Chuck pudo ver incluso sangre en el pañuelo con el que se cubría el rostro. Las pastillas cayeron del bote y se desparramaron por el asiento al coincidir el destape del bote con una crisis de tos. El viejo cogió las que pudo mientras conducía. Ahí es cuando Chuck pidió que parara y se largó. Chancellor no consideraba que ajusticiar a alguien fuera algo malo. "La Justicia está fuera de los juzgados, chico; tienes que abrir los ojos". Pero lo que abrió Chuck fue la puerta, se quitó la bandana de calavera y desapareció por callejuelas laterales del Barrio Viejo.

Había llegado a un punto de no retorno: el viejo bedel matando a estibadores por la calle a sangre fría... era surrealista.

Paseó por el Barrio, intentando evitar escuchar las sirenas, los gritos de discusiones, el mal ambiente de un barrio en decadencia total. Hasta que llegó ante la licorería de los Ramírez. No los conocía. No recordaba haber pasado nunca por esa esquina. Pero cuando caminaba miró dentro, casi por incercia. Dos hombres amenazaban con bates y navajas a un matrimonio de chicanos. Notó que más gente había pasado por delante y se largaban acelerando el paso. Algo hizo click en su interior, más hondamente que cualquier consejo de Chancellor.

Sus ojos se entrecerraron, se ajustó la bandana a la cara, entró y sólo recordó puños y sangre.


Eso fue lo que le contó a Kuro cuando apareció ante la puerta de su piso media hora después. El médico curó sus puños machacados y se acercó al hospital luego de dar a su colega unos analgésicos. Allí habló con un MacAllan ya fuera de servicio, que mordisqueaba pipas sin parar pensando en voz alta. "Chirap" decían los rusos de la calle: "Calavera". Alguien partía las caras de sus boyeviks, en plan justiciero. Un café cargado y se pusieron al día: un camión vacío tras un tiroteo en medio de la calle... un muerto ajusticiado. ¿Licorería? Nada grave, un tipo con una bandana de calavera ("será una moda o el mismo tío" se burló MacAllan) impidió un robo.

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