Juas. A ver...
A Conchi me molaría verla otra vez como Adrianna Della Rosa, la
ventrue que llegó a ser la sombra del Dux de Venecia.
A Nacho me molaría verlo llevando un MAGO. De dungeons. De la
segunda. Nivel 1. Bufff. Y al acabar me molaría verlo de nuevo cabalgar junto
a la niña Elisa hacia Râisan, capital de Mithalda, encarnando al
paladín Arinoth Falvan (ese que, sacrificándose por la niña, heredera de sangre del Reino, murió matando a un Gran Demonio y retornó siendo un ángel al servicio de Tempus).
A Tona me gustaría verla como aquel genial orco de la partida, cómo
no, de Ork!, que tuvo que morir tres veces en el mismo lugar para
darse cuenta de que era una trampa.
A Jose Mosquetero me molaría verlo llevando un berserker
descerebrado con pésima memoria y que todo lo vea como un posible
saco de boxeo.
A Javi me molaría verlo llevando un vulcaniano. O a un líder de
banda de heavy metal. O ambos.
A Patrick me molaría verlo otra vez haciendo de Wilcox, el
anticuario londinense de nuestra primera partida de Cthulhu. Qué
cabronazo era. Y qué recuerdo dejó.
También me gustaría algún día volver a matar broos junto a un
resucitado Fran el pastor; y también volver a ver a Vania Alarision
blandir su espada Sulmegil contra Sembia y sus secuaces, o a Abelardo
Ripollet, el Istar, leyendo tomos de magia prohibida en su Torre
bebiendo té aromático junto al cadáver andante del guerrero
Véndegor.
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