Comieron algo mientras Thorongil vendaba la herida a Kargor y Díndae echaba un vistazo. Luego se prepararon para los cinco saqueadores que habrían de volver.
Los emboscaron en el patio de armas de la atalaya, dejando que entraran con sus caballos de las riendas al interior, para luego sufrir el ataque de la jabalina de Thorongil (que justo después bloqueó la puerta del muro impidiendo que el enemigo saliera) y los ataques múltiples de los dos arqueros desde la torra, derribando aun par de caballos (daños colaterales) y a tres de los saqueadores. Los otros dos se colaron el el almacén que comunicaba con la torre, y ahí sonarían las espadas de Díndae y luego de su reintegrado al combate capitán. La cuenta se saldó con dos enemigos muertos y con una fea herida en el costado para el francotirador del grupo.
Las hábiles manos de Thorongil trataron la herida de Díndae, gastando las últimas hojas de athelas, y luego decidieron el siguiente paso: volver a casa... pero ¿cuándo y cómo?
Recuperaron fuerzas durante un par de días en aquella atalaya, llena de víveres y ciertos lujos (para ellos un jergón y una chimenea lo eran). Luego Thorongil anunció la ruta: volver implicaría cruzar las ruinas del puente de Tharbad (custodiado por El Guardián)... Su grupo de tres tenía dos heridos y les quedaban muy pocas esperanzas de victoria. Decidió subir el Bruinen y poner rumbo a Rivendel.
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