Se vieron obligados a dar la vuelta, pues no tenían provisiones. Díndae se coló en Bree sin ser visto, y convenció a Holfut Tuk (al que ya consideraban un aliado) para comprar lo que necesitaban. Agradecido, el montaraz volvió con sus amigos y los tres pusieron rumbo sur, siguiendo un rastro que los guiaría durante muchos días hacia Tharbad.
La antaño majestuosa ciudad fluvial estaba en un estado de abandono total. Tras la gran inundación de hacía 17 años (en 2912), la poca población que quedaba o se fue al Norte o se estableció definitivamente en Gondor. Pero alguien había.
Thorongil se coló a través de una de las grandes puertas de la ciudad, bajo la atenta cobertura de los arcos de Kargor y Díndae. Pronto hubo problemas dentro, pues Thorongil llegó a una edificio ocupado por gente que hablaba un idioma extraño (¿dunlendinos?) y, cauteloso, trató de escuchar. No vio, sin embargo, a dos arqueros que hacían guardia sobre los restos de otros edificios de la calle. Gracias a los Valar, los arcos de Díndae y Kargor cantaron, eliminando ambos enemigos. Thorongil tuvo que hacer uso de su espada (y de su escudo) para eliminar a algunos de los que ocupaban el edificio, pero no menos de dos lograron escapar a caballo ciudad adentro. Los contrabandista habían dado con la horma de su zapato.
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