Partieron pronto, y siguieron las huellas de los contrabandistas rumbo al sur. Las huellas se dividían en dos: caballos al sur por el Camino Verde, y una carreta al oeste... hacia las Quebradas de los Túmulos. Poco sabían realmente de lo que allí sucedía, así que decidieron ir a por el blanco más lento, y se internaron también en las Quebradas.
Allí el terror los atenazó: una niebla insana los rodeó, y les fue muy difícil dar con el camino. No encontraron ni rastro del carro, pero pudieron ver unas sombras que les advirtieron que se fueran... aquéllos que llegaron con el carro ahora estaban con las sombras. Todos ellos, pero sobre todo Díndae, sufrieron el miedo a la Sombra y la muerte.
Rápidamente se dirigieron al este, lejos de aquellas sobras de guerreros de antaño; los que habían muerto ante Carn Dûm. El camino estaba cerrado para ellos en esta ocasión.
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