La noche era fría y lluviosa. Aquel 2006 había sido un año regular, y Bates lo sabía. Lo único que quería era volver a la base, ducharse y cenar algo caliente.
Pero los disparos a un par de manzanas hicieron explotar esa burbuja de ilusión: tocaba trabajar.
Industrial Park no era el mejor lugar del mundo, pero Nº9 se sentía como en casa. Avanzó entre azoteas hasta que vio a dos tipos trajeados corriendo bajo él, intercambiando disparos con otros dos individuos, éstos vestidos de manera más "agreste": vaqueros, guardapolvos y chaquetas negras de cuero de aviador. Bates observó un rato, comentando la jugada con Cable y Goldfield.
Decidió esperar, pero tuvo que reaccionar por la fuerza cuando el perseguidor del guardapolvos cayó de un disparo en el pecho. El de la cazadora de aviador lo puso a cubierto, y los trajeados siguieron a la carrera.
Nº9 cayó sobre ellos reduciéndolos en dos golpes (el que les dio él y el que se dieron ellos contra el suelo). Cable le dio el aviso: el de la cazadora era poli y pedía una ambulancia y refuerzos. Pincharon la línea y Bates habló directamente con el poli: "Soy el Centinela. No dispares y te ayudaré a salvar la vida de tu amigo".
Rodwell, detective duro y veterano detuvo a los dos trajeados y aceptó la palabra del Centinela: Fitchner, su compañero, acabaría en el hospital más cercano.
Y así fue. Fitchner viajó en la furgoneta junto a Brenda (la sanitario) y Allan (el experto conductor) y acabó ciertamente en el Hospital de la Virgen de la Caridad.
Fue durante el regreso a la base que Cable y Nº9 detectaron fallos en los sistemas informáticos del traje...
Alguien había entrado en la base de datos y le había dado tiempo a hacerse con varios archivos. Cable comenzó un tecleo frenético que duró varias horas.
Tras escanear por la red las caras de los dos trajeados Goldfield descubrió que se trataba de dos reclutadores mercenarios y traficantes de armas de cierto renombre, provenientes de la Alemania Occidental. Alguien intentaba meter armas en la ciudad y, tratándose de esa gente, no serían las habituales armas de mano.
Cable descubrió que la intrusión provenía de la mismísima Betlam después de rastrear la señal de entrada por servidores de medio mundo. Cuatro posibles lugares salían en su pantalla. Debido a la necesidad de capturar al intruso lo antes posible los dos Centinelas fueron desplegados: uno al norte de la ciudad y otro al sur.
Nº10 registró los pisos del norte, donde encontró ordenadores, un rack, bebidas energéticas y poco más. Así informó a la base. Por su lado, Nº9 encontró, en un edificio abandonado casi en Fox Harbour, algo más. Allí había alguien y estaba bien protegido: cámaras, sensores. Aquello no sería fácil. Con la tele-ayuda de Nº4 y de Cable pudo colarse en el edificio, mientras Nº10 en la furgoneta se acercaba a su posición cruzando la ciudad.
Al final Nº9 se coló en en edificio, pero alguna alarma debió conectar, ya que vio cómo alguien abandonaba el lugar. Nº10 también, y salió de las sombras para agarrar al hacker y reducirlo. Casi le había partido los brazos cuando se dio cuenta de que tan sólo era una chica de poco más de metro y medio. La redujo con el táser de sus guantes y la cargó en la furgo.
Todo el equipo se replegó a la base.