Sí, lo sé: empecé fuerte y ahora hace casi tres meses que estoy callado.
Podría poner excusas, como el excesivo exceso de trabajo de este año (ahora estoy de vacaciones y puedo escribir más), o el hecho de que a mi compañera Jan y a mí nos ha entrado una nueva Pj en casa y hay que estar pendiente de ella.
Por lo demás, me gustaría hoy hablar de varias cosas, pero habrá que centrarse. Hace unas semanas leí en otro blog la importancia de la risa y de la seriedad en las partidas. Hablemos de éso, y de un poco de historia.
Hace bastante que juego a rol ("hala, ya está el bocazas barbagrís dando por saco con que lleva jugando más que Gygax") y durante ese tiempo he coincidido con varios grupos.
Como ya os conté hace unos cuantos post, mi primer grupo jugaba a un juego diseñado por mí basado en el sistema de lucha-ficción de los libros de Livingston y Jackson. Eran los buenos viejos tiempos. Las partidas se vivían con muchísima intensidad, y matar al demonio malvado suponía unos diez minutos de saltos viendo cómo mis pjs se abrazaban y vitoreaban. Recordemos que teníamos unos 10 años, y que hablo de 1987. Sólo teníamos Conan, Krull y, casi casi, Willow.
Este grupo jugaba de forma muy pura, en el sentido de que no estaban los hábitos viciados, y que todo eran novedades. MERP, Runequest, Cthulhu, Cyberpunk... el grupo dejó de jugar probando el AD&D y Vampiro. Fueron muchos y buenos años jugando, a veces, una media semanal de 1 partida durante el curso y de 4 ó 5 durante las vacaciones de verano (si no había playa).
Luego vino la universidad, y aquí aparecieron nuevos conceptos de juego, ya que comencé a jugar como Pj y me cambiaron ciertos esquemas. En la etapa anterior era yo el que, casi exclusivamente, hacía de Máster. Ahora pasaba al otro lado de la pantalla, aunque con los grupos con los que jugué seguía teniendo prioridad como Máster (se ve que les gustaba mi forma de dirigir). Esta etapa estuvo muy bien, y conseguí probar muchos juegos más, aunque sólo fuera una partidilla para ver como era el sistema. Supongo que aquí se acentuó mi perfil de coleccionista de Rol. Durante esta etapa las partids eran, cómo decirlo, más "maduras". Era otra edad y se tocaban nuevos temas. Los estereotipos saltaban por la ventana junto con alineamientos, naturalezas y conductas. RIFTS, Rolemaster, GURPS, Mundo de Tinieblas...
Luego vino una etapa muy buena, centrada en un grupo de jugadores que además eran amigos, y con los que había la posibilidad de experimentar con juegos de factura propia y con rarezas sacadas de internet. Fue en esta etapa cuando conseguimos publicar un juego y darle bastante bombo en nuestra comunidad.
El estilo de juego era perfecto. Cierto es que costaba un riñón jugar una campaña en serio. Creo que nunca hice tantas fichas ni diseñé tantas partidas sólo para que se quedaran en una partidilla de fin de semana y se dejaran olvidadas. Pero conseguimos poner en marcha tres o cuatro campañas (estoy especialmente orgulloso de una campaña que dirigí de los Reinos Olvidados, que empezó en la 2ª edición y terminó en la 3.5, que duró unos 4 años). Se fue todo un poco al garete por trabajo, mudanzas y juegos multijugador online. Pero el estilo era perfecto... había un equilibrio de seriedad, comicidad, dramatismo... sentimientos encontrados, luchas internas, desafíos, heroísmo... ROL, en una palabra.
Luego vino una patética etapa asociacionista en la que, en menos de un año, ayudé a constituir un club de rol (el primero oficial en mi ciudad) y, después de hacer unos Encuentros geniales y de dirigir una pequeña campaña en vivo de Vampiro, la abandoné asqueado por lo de siempre: "Somos frikis y nos encanta... los demás no tienen ni idea". Me es imposible pensar de ese modo, ni pretender hacer de un club social apeturista y con ganas de hacer cosas una logia del saber oculto en la que o estás dentro o eres el enemigo. En resumen, me largué.
Luego viene la etapa que estoy viviendo desde el 2007, más o menos. Somos un grupo de 5 jugadores más o menos fijos, conmigo de Máster y una cadencia de 1 partida semanal. Hemos probado juegos diferentes y curiosos: Ork!, Riddle of Steel, InSpectres, Esoterroristas... Hemos jugado aventuras de 1 ó 2 sesiones a campañas de varios meses.
Es una buena etapa, a veces con altibajos, pero sigo sintiendo nostalgia del tiempo pasado, de aquellas partidas totalmente espontáneas ("¿Qué hacemos? ¿Echamos una partiduni?") o de lo fácil que era meterse en el pellejo de aquel paladín hecho en cinco minutos y de lo difícil que parece ahora interpretar más de 5 minutos seguidos a un personaje que se ha tardado horas diseñar.
Quizá me esté haciendo viejo, y me entre el síndrome de "cualquier tiempo pasado...", pero creo que, ahora más que nunca, en un punto de madurez óptimo a nivel rolístico, se podría intentar experimentar nuevos modelos de juego y de interpretación, buscando una "excelencia" y una nueva sensación a la hora de jugar.
Quizás el problema es mío y pido demasiado... quién sabe.
Pero siendo hoy el día que es, si pudiera pedir algo, pediría éso.
Pero siendo hoy el día que es, si pudiera pedir algo, pediría éso.
Me ha gustado múcho esta entrada. A mi como rolero veterano (empecé con Pendragón y Cthlhu) ésta nostálgia me atrapa. Es como aquello de ponerte música chunga cuando ya te sientes mal, básicamente para sentirte peor (creo que tienen hasta grupo en el Facebook)
ResponderEliminarLo dicho, gran historia de una vida entre dados
Supongo que a todos los que llevamos tiempo haciendo algo nos pasa: llega un momento que puedes separar todo en etapas, secuencias, tiempos mejores y peores.
ResponderEliminarGracias por la visita y el comentario, Axel!